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Antonio J. Osuna Mascaró

Investigador posdoctoral en el Messerli Research Institute de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria), especialista en cognición animal

En cognición comparada sabemos bien que el entrenamiento intensivo puede sacar a la luz habilidades que no aparecen de manera espontánea en el comportamiento natural de una especie. Esto se ha visto, por ejemplo, en estudios recientes con cornejas y macacos, donde animales que no utilizan herramientas en libertad aprendieron a manipularlas con gran destreza tras un periodo prolongado de entrenamiento. Estos casos muestran que el hecho de que un comportamiento no se observe en la naturaleza no significa que la especie carezca por completo de los mecanismos necesarios para desarrollarlo: a veces, solo hace falta el contexto adecuado para que la capacidad se exprese. 

Durante años, se pensó que la capacidad de moverse al compás de la música era casi exclusiva de especies con aprendizaje vocal complejo, los llamados ‘vocal learners’, como los humanos y algunas aves (como las cacatúas con las que trabajo en el Goffin Lab en Viena). Sin embargo, tras un entrenamiento exhaustivo basado en recompensa, los macacos fueron capaces de identificar y seguir el ritmo de canciones reales. De hecho, incluso tendieron a sincronizarse espontáneamente con el tempo correcto de canciones nuevas, pese a que hacerlo no era necesario para obtener un premio. Este descubrimiento no invalida por completo la hipótesis tradicional del aprendizaje vocal, pero sí sugiere un escenario más matizado: es posible que los macacos alcancen un comportamiento similar al de los “vocal learners”, aunque, eso sí, probablemente a través de mecanismos alternativos y gracias al refuerzo intensivo. 

Esta interpretación encaja con la llamada ‘hipótesis de los cuatro componentes’ (4Cs), que propone que la sincronización con la música no depende exclusivamente del aprendizaje vocal, sino de la coordinación de procesos generales como la detección de patrones auditivos, la predicción temporal, el control audiomotor y el aprendizaje reforzado. Bajo este enfoque, los 'vocal learners’ contarían con un sistema especialmente preparado y motivante para la sincronización rítmica (lo que explicaría su facilidad natural para moverse al compás), mientras que en especies como los macacos esta capacidad puede emerger si se refuerzan adecuadamente los componentes necesarios. En otras palabras, los macacos no son ‘musicales’ por naturaleza, pero sí pueden llegar a sincronizarse con el ritmo siguiendo un camino distinto, impulsado por la recompensa. Este tipo de hallazgos nos recuerda que, en la evolución del comportamiento, distintos caminos pueden llevar al mismo resultado.

ES