Adam Finn
Catedrático de Pediatría de la Universidad de Bristol (Reino Unido)
Este importante estudio utiliza datos de toda la población para describir las asociaciones entre las infecciones por covid-19 y la administración de la vacuna Pfizer contra la covid-19 y varias afecciones cardiovasculares, como coágulos sanguíneos e inflamación del corazón, en niños de entre 5 y 18 años en 2020-2022. Concluyen que los riesgos de estas complicaciones eran mayores y más duraderos tras la infección que tras la vacunación.
Aunque esta información es importante y, por supuesto, habría sido muy útil si de alguna manera los asesores políticos la hubieran conocido en ese momento, es importante recordar que se refiere a las cepas del SARS-CoV-2 que circulaban entonces (no a las cepas más benignas que circulan ahora) y a niños que, en su mayoría, tenían poca o ninguna inmunidad al virus (a diferencia de los niños de entre 5 y 18 años de ahora, la mayoría de los cuales ya habrán tenido la infección una o más veces).
En general, la gente espera, con razón, que los riesgos de la vacunación de sus hijos sean casi inexistentes y muy inferiores a los de la enfermedad que se previene, por lo que este trabajo nos anima a seguir mejorando el perfil de seguridad de las vacunas que desarrollamos para prevenir esta enfermedad y posibles agentes pandémicos futuros.