Agustín Rubio Sánchez
Catedrático de Ecología y Edafología en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
El trabajo es una revisión del "estado del arte" reciente de la evaluación de la capacidad de almacenar carbono que tienen los bosques europeos. Es de muy buena calidad y cuenta con información de gran calidad. Muy probablemente se convertirá en una referencia bibliográfica de la que echaremos mano los científicos en los próximos estudios.
El trabajo pone en evidencia que la confianza que las políticas ponen en que una parte importante de las emisiones de gases de efecto invernadero no hace falta que sean recortadas gracias al servicio gratuito que ofrecen los bosques quizás no deje de ser un deseo con el que no se pueda contar. Pone en evidencia que en las últimas décadas los bosques europeos, por diferentes motivos, no están absorbiendo tanto carbono como se pensaba. Esta cuestión ya había sido cuestionada por diferentes investigadores desde que se puso sobre la mesa la cuestión, mientras que desde sectores más tradicionales de la gestión forestal encontraban en esa posibilidad una oportunidad para llamar la atención a la labor que se venía realizando en el mantenimiento de estas masas forestales. No se trata de decidir antes de tener los datos si un enfoque u otro está en lo cierto. Precisamente el trabajo lo que viene a decir es que a lo largo del tiempo estas cuestiones pueden evolucionar en un sentido u otro.
Que los bosques permitan almacenar carbono en su biomasa o en sus suelos forestales no puede ser nunca la solución, por sí solos. Pueden servir para "comprar tiempo" mientras se encuentran soluciones tecnológicas. El problema ha venido (y viene) por un desarrollo tecnológico con el que se ha realizado la más reciente sociedad (del bienestar, al menos para algunos). Parece pues razonable que la solución también tenga que venir de una nueva tecnología de captura de carbono que nos reduzca la intensidad de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Como esto no va a ocurrir en el plazo de 24 horas, ni de 30 años, ni de 50 años, también parece razonable que mientras se reducen las emisiones reales que emiten las tecnologías actuales de una manera urgente, la gestión de los sumideros naturales (bosques, suelos...) ayude a que la sociedad actual no colapse. Quiero hacer notar que este último párrafo es una reflexión que no se recoge en el artículo, pero me parece una consecuencia lógica de las conclusiones del trabajo.
Depositar las expectativas de alcanzar la tan deseada neutralidad climática en el trabajo realizado por los bosques europeos no deja de ser una falacia. Los bosques pueden ayudar, pero no debería atribuírseles unas cantidades con las que hacer los balances de carbono; sirven para ganar tiempo al tiempo. No para otra cosa.
[En cuanto a posibles limitaciones] Desde mi perspectiva hay una limitación muy importante que en el trabajo se menciona, pero creo que con poca relevancia. La propiedad de los bosques, al menos en España, mayoritariamente recae en manos privadas. Las tan bien identificadas carencias en la gestión forestal no van a ser resueltas por los propietarios si no cuentan con beneficios económicos.
Otra cuestión importante es que la mayoría de las propuestas surgen del contexto forestal centroeuropeo, en el que cuestiones como la importancia de los elementos para la observación de los recursos forestales o los modelos de los sumideros de carbono forestal se ponen en un primer nivel de importancia. No voy a dejar de reconocer dicha importancia, pero en el mundo mediterráneo —condiciones hacia las que se dirige mucho del territorio centroeuropeo que todavía goza de condiciones bastante favorables— todavía falta mucha información de base relativa al crecimiento de las diferentes especies, al papel de la biodiversidad en dichos sistemas forestales y, especialmente, a la repercusión en el carbono edáfico que producen los cambios derivados de la gestión forestal.