Alejandro Pérez Fidalgo
Médico del servicio de Oncología y Hematología del Instituto de Investigación Sanitaria Clínico Valencia (INCLIVA), Hospital Clínico Universitario de Valencia
La agencia IARC que depende de la OMS ha clasificado el talco como un agente ‘probablemente carcinogénico’, es decir que es posible que la exposición produzca cáncer. Esta clasificación del talco se basa en que los estudios existentes sugieren, aunque no con la suficiente solidez, que el talco podría inducir un mayor riesgo de cáncer y, particularmente, de cáncer de ovario.
Eso no significa que, porque alguien se haya puesto talco alguna vez o incluso que por que lo use con cierta regularidad, este claramente en riesgo, ya que el riesgo de generar un cáncer va a depender de dosis de exposición, tiempo y forma de contacto con el talco.
Los estudios que sustentan esta clasificación tienen muchos sesgos, es decir, ciertos factores de confusión que nos impiden apreciar o predecir con total solidez la relación del uso del talco o la exposición al mismo con el cáncer.
En animales sí que se ha visto que el talco tiene propiedades de producir tumores malignos, pero esta exposición al animal es experimental y no siempre reproduce lo que ocurre en las personas. No obstante, prueba la capacidad del talco de inducir tumores en entornos de laboratorio.
En los estudios en humanos hay un importante factor confusor: el asbesto, una sustancia nociva y que induce tumores, ha sido un contaminante del talco. Por ello, los estudios clásicos con el talco solían incluir talco contaminado con asbesto. Por ello, para esta clasificación se han usado estudios con talco (sin influencia del asbesto). Centrados en estos estudios, uno de los problemas es que en los estudios profesionales de minas de talco la mayoría de las personas incluidas eran hombres y la presencia de mujeres era muy baja, por lo que no se puede correlacionar en este caso con el riesgo de cáncer de ovario.
Los dos estudios que sustentan la recomendación incluyen mujeres que utilizaron talco en polvo aplicado en el área genital. La aplicación del talco en esta zona mostro un leve incremento del cáncer de ovario, pero no significativo, en un primer estudio que incluyó más de 250.000 personas en Estados Unidos. Un segundo análisis de 8 estudios de casos y controles, incluyendo más de 18.000 personas (divididos en casos, los que usaban alguna vez talco vs. controles los que nunca usaban talco), evidenció que las mujeres que habían usado polvo de talco genital tenían un ligero riesgo mayor de tumores de ovario serosos infiltrantes, de células claras y serosos borderline de forma estadísticamente significativa. En el caso de las que usaban talco en otras localizaciones (es decir no en el área genital), no se vio un aumento del riesgo de cáncer.
En resumen, y en virtud de esta nueva clasificación (aunque no con gran solidez), sería recomendable evitar en la medida de lo posible el uso genital de polvo de talco particularmente en mujeres. No obstante, esto no significa que el uso previo del talco vaya a provocar un cáncer ni que la exposición previa a este agente vaya a ser claramente el responsable de la aparición de un tumor.