Blandine French
Investigadora senior de la facultad de Psicología y del Instituto de Salud Mental de la Universidad de Nottingham (Reino Unido)
Debido a la naturaleza reciente del engagement en plataformas como TikTok, muy pocos estudios han podido evaluar su impacto. Como mencionan los autores, el enorme aumento del contenido sobre TDAH en TikTok solo se ha observado en los últimos cinco años y se ha publicado muy poco al respecto. De hecho, el TDAH se encuentra entre los 10 hashtags relacionados con la salud más vistos en TikTok, por lo que realmente necesitamos entender más sobre su impacto en las personas que ven este contenido.
Por lo tanto, es estupendo ver que un estudio empieza a abordar esta cuestión. Este estudio está muy bien realizado, con un análisis exhaustivo y conclusiones sólidas. Las razones por las que se ha llevado a cabo son sólidas, están bien diseñadas y explicadas.
Una limitación del estudio es que la mayoría de los participantes en el segundo estudio eran mujeres (669/843), lo que no representa a la población general con TDAH (la proporción de hombres y mujeres varía entre 1:4 y 1:2), por lo que debemos ser cautos a la hora de generalizar los resultados.
También habría sido útil ver más detalles sobre lo que definieron como desinformación. Los expertos la clasificaron según el diagnóstico DSM-V (atención, hiperactividad, impulsividad), que es una forma sólida y científica de enfocar el contenido. Sin embargo, sabemos que muchas cosas están relacionadas con el TDAH, pero no forman parte de los síntomas diagnósticos (desregulación emocional, sueño, dificultades sociales, etc.). Por lo tanto, contenidos que habrían sido calificados como desinformación pueden ser relevantes (y los autores lo reconocen), pero no serían puntuados como tales al no estar técnicamente vinculados con el TDAH en términos de criterios diagnósticos estrictos. Habría sido bueno incluir este matiz y reflejar un enfoque más holístico y una comprensión del TDAH que no se base únicamente en criterios, pero que siga teniendo el respaldo de importantes estudios basados en la evidencia.
En general, este trabajo tiene algunas implicaciones importantes y ofrece una visión equilibrada del impacto de las redes sociales. Por un lado, corrobora que los jóvenes confían en las redes sociales, la amplitud del alcance de este tipo de contenidos (más de 500 millones de visitas) y los aspectos positivos de la visualización de este tipo de vídeos (sentido de comunidad, mayor comprensión, etc.). Pero también preocupa que los espectadores confíen en estos contenidos como fuentes educativas y de apoyo. La falta de matices, de base empírica y de fiabilidad de estos vídeos es muy elevada. Esto no significa que sea siempre malo, pero hay que tomarlos con extrema precaución.
Los resultados también muestran que el grupo más propenso a valorar o interactuar con estos vídeos es el autodiagnosticado, lo cual es interesante pero potencialmente preocupante. El grupo diagnosticado parecía más capaz de diferenciar la calidad de la información, mientras que los autodiagnosticados no lo eran tanto.
Por lo tanto, si alguna persona ha visto este tipo de contenido en TikTok y cree que puede tener TDAH, le diría que me alegro de que haya encontrado una respuesta a sus dificultades actuales. Pero aconsejaría investigar en fuentes más fiables y con criterios basados en la evidencia. Las redes sociales pueden ser una gran fuente de apoyo, pero no deberían ser un lugar para el diagnóstico, ya que no están hechas para esto. Deben utilizarse junto con otros métodos, fuentes e información más fiables.