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Carlos Guijarro Herráiz

Presidente de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA) y médico en la Unidad de Medicina Interna del Hospital Universitario Fundación Alcorcón

Ambos artículos son muy interesantes. En concreto, el artículo publicado en la revista Nature Medicine demuestra que la hematopoyesis clonal precede y predice el desarrollo de arteriosclerosis, lo que apoya / sugiere un papel causal y abre nuevas vías para considerar que tiene un valor predictor / pronóstico y para desarrollar nuevos tratamientos. 

Existen, sin embargo, una serie de matices que es preciso considerar: 

  • La hematopoyesis clonal ya se conoce al menos como 'marcador de riesgo' asociado al desarrollo de arteriosclerosis. Sin embargo, un 'marcador de riesgo' puede no ser un 'factor de riesgo'. Por ejemplo, la elevación de proteína C reactiva [PCR] se asocia al desarrollo de arteriosclerosis (es un marcador de riesgo), pero no causa arteriosclerosis (los sujetos con elevación de PCR genéticamente no tienen más arteriosclerosis). Por el contrario, el colesterol LDL elevado o la lipoproteína (a) elevada sí son agentes causales de arteriosclerosis. Por tanto, aunque no es la primera vez que se describe la asociación, esta publicación refuerza el papel potencial de la hematopoyesis clonal en el desarrollo de arteriosclerosis. 

  • Los estudios epidemiológicos descriptivos nunca pueden establecer demostraciones de causalidad, solo de asociación. Dicho esto, el estudio prospectivo PESA [en el que se basa el artículo en Nature Medicine] demuestra que se puede detectar hematopoyesis clonal en pacientes antes del desarrollo de la arteriosclerosis y que la misma se desarrolla con más intensidad en los sujetos con hematopoyesis clonal. Si bien esta asociación temporal sugiere un papel causal, no se puede realizar una afirmación tan rotunda. No puede descartarse que la hematopoyesis clonal sea un epifenómeno y que exista otra causa que pueda por un lado favorecer el desarrollo de mutaciones que se expresan como hematopoyesis clonal y por otro una arteriosclerosis acelerada (sin que la primera sea causa de la segunda). 

Una vez hechas estas precisiones, la combinación de ambos artículos sugiere una vía de intervención de mucho interés. Aunque la colchicina se ha propuesto como tratamiento del 'riesgo residual inflamatorio´, su efecto es modesto y seguimos necesitando mejores instrumentos para reducir el desarrollo de arteriosclerosis, que es junto al cáncer la principal causa de muerte en nuestro país. 

Necesitamos marcadores que identifiquen a pacientes en los que el tratamiento con colchicina ofrezca efectos beneficiosos potencialmente mayores. El problema de los fármacos baratos es que la industria no va a promover nunca un ensayo clínico de calidad, por lo que es importante el liderazgo de grupos de investigación independientes con soporte público (como el propio CNIC en España o varios centros en Canadá que están evaluando el tratamiento con colchicina).

ES