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Fátima Gebauer Hernández

Investigadora especializada en los mecanismos de regulación de la traducción del ARNm y el cáncer

El premio Nobel de Medicina o Fisiología recae este año en Victor Ambros y Gary Ruvkun, por el descubrimiento del microARN y su papel en la regulación postranscripcional de los genes. Los microARNs, como su nombre indica, son pequeñas moléculas de ARN de 20-22 nucleótidos que se unen por complementariedad de bases a moléculas de ARN más grandes, como los ARN mensajeros (ARNm) que codifican cada una de nuestras proteínas. Al unirse, los microARNs regulan la estabilidad y la eficiencia de traducción del ARNm, condicionando los niveles de proteínas en la célula y, en consecuencia, la fisiología celular. La regulación por microARNs es muy importante para mantener una fisiología sana, y fallos en esta regulación pueden ocasionar no solo problemas durante el desarrollo embrionario, sino también contribuir a enfermedades como el cáncer.   

Me alegro mucho de que el premio Nobel de este año haya recaído en el descubrimiento de los microARNs por dos motivos. Primero, porque se descubrieron en el gusano C. elegans, y es un ejemplo más de cómo la cienca básica es tan fundamental para el avance de la Medicina, y de por qué los gobiernos deben financiar la ciencia básica. Segundo, porque junto con otros Premios Nobel anteriores, como el del año pasado a Katalin Karikó y Drew Weissman por las modificaciones del ARNm que fueron esenciales para el desarrollo de vacunas contra la pandemia COVID-19, resaltan la relevancia del ARN y la regulación post-transcripcional. ¡Son buenos tiempos para el ARN!

ES