Mercedes Martínez Cortés
Médica especialista en salud pública, consejera técnica en la Subdirección General de prevención y promoción de la salud, Madrid Salud
En realidad, podemos estar de acuerdo con los contenidos generales del artículo, en la medida en que identifica la baja eficacia de muchas de las intervenciones que estamos realizando para combatir la epidemia de la obesidad y los posibles efectos adversos de la forma en que estamos realizando estas intervenciones.
Sin embargo, no podemos olvidar que el sobrepeso y la obesidad afectan ya a la mitad de la población de los países desarrollados y que ya nadie pone en cuestión la relación del exceso de peso con la pérdida de calidad de vida, y la mayor morbilidad y mortalidad por enfermedades crónicas (cáncer, diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares, depresión, apnea del sueño, enfermedad osteoarticular, etc.).
Por lo tanto, el acento debe ponerse en encontrar formas de intervención de mayor eficacia y que tengan en cuenta la importancia de no reforzar el estigma social que acompaña a la obesidad.
Los problemas con las intervenciones en obesidad que señala el artículo son consecuencia, desde nuestro punto de vista, de realizar un enfoque individual y simple, de un problema complejo de origen claramente social. Tenemos una forma de vida obesogénica y cuando les pedimos a los pacientes que lleven una vida saludable, les estamos pidiendo un esfuerzo tan grande que muchos de ellos no son capaces y esto genera impotencia y culpabilidad. Por eso las intervenciones no pueden limitarse al consejo clínico individual, sino que se deben incluir intervenciones de tipo grupal y comunitario.