Michele Barnes
Profesora asociada de la Escuela de Gestión de Proyectos de la Universidad de Sídney y experta en adaptación climática y transformación social
El cambio climático ya no es algo vago que pueda ocurrir en el futuro: ya está afectando a la vida cotidiana de personas de todo el planeta. Los fenómenos meteorológicos extremos, como incendios, inundaciones y olas de calor, están dejando huellas de destrucción y causando un inmenso sufrimiento humano no solo en Australia, sino en todo el mundo.
Lo que está en juego en estas conversaciones es enorme para todos nosotros, pero especialmente para los países de renta baja y media, que son los más afectados por la escalada de los desastres climáticos. Necesitamos compromisos firmes para una transición neta a cero que se basen en diálogos previos en lugar de socavarlos. Necesitamos un objetivo significativo y explícito de financiación climática para apoyar proyectos y programas que aporten soluciones climáticas allí donde más se necesitan. No se trata solo de compromisos financieros, sino de justicia climática. Estamos ante una oportunidad real y no es demasiado tarde para ver un resultado significativo.