Vicente Martínez Vizcaíno
Director del Centro de Estudios Sociosanitarios, Universidad de Castilla-La Mancha
La obesidad infantil es una prioridad de salud pública en todo el mundo. Los factores de riesgo cardiovascular, en particular, la obesidad, tienden a persistir desde la infancia hasta la adolescencia y la edad adulta. Por esta razón, en las últimas dos décadas se han propuesto numerosas intervenciones para prevenir la obesidad desde los primeros años de vida. Si bien los primeros estudios se centraron en la edad escolar y la adolescencia, posteriormente se ha evaluado la eficacia de las intervenciones en los primeros años de vida.
Esta revisión sistemática y metaanálisis reunió datos de 17 ensayos clínicos en los que participaron niños menores de un año, con el fin de evaluar si las intervenciones conductuales centradas en los padres podían reducir la adiposidad, medida por la puntuación z del IMC, una medida de resultado aceptada para este tipo de ensayos clínicos aleatorios. Las intervenciones incluidas en este metaanálisis se centraron en los padres y comenzaron antes del nacimiento o durante el primer año de vida. Además de evaluar si mejoraban la puntuación z del IMC a los dos años de edad, también se evaluó la eficacia de la mejora de otros resultados relacionados con la lactancia materna, el consumo de verduras, el sueño, el tiempo frente a la pantalla y la alimentación por parte de los padres.
En general, el estudio no encontró pruebas de la eficacia de las intervenciones centradas en los padres para mejorar la adiposidad u otros resultados secundarios. Los análisis por sexo, condición de inmigrante o nivel educativo de los padres tampoco identificaron una población objetivo que respondiera mejor a este tipo de intervención. Del mismo modo, la edad gestacional, el IMC materno, el peso al nacer o el nivel de ingresos no influyeron significativamente en la eficacia de las intervenciones.
Por lo tanto, si este estudio, impecablemente diseñado, demuestra que las intervenciones centradas en los padres son ineficaces, ¿son este tipo de intervenciones un desperdicio de recursos? Mi opinión es que esta pregunta no puede responderse utilizando los datos de este estudio por varias razones: las intervenciones incluidas eran muy diversas; los grupos de niños a los que se dirigían tenían diferentes niveles de riesgo en relación con sus contextos familiares y sociales; y, en general, los estudios eran muy heterogéneos.
Como señalan los autores, tal vez las intervenciones deberían centrarse más en el contexto ambiental en el que viven y se desarrollan los niños (guarderías, permisos parentales, zonas verdes en el barrio, etc.) que en el propio entorno familiar. En cualquier caso, los resultados de este estudio dejan claro que las pruebas científicas disponibles son insuficientes para recomendar intervenciones dirigidas a los padres para prevenir la obesidad en los dos primeros años de vida.