Adrián Martínez Cutillas
Exdirector del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (Imida), actualmente jubilado y colaborador del equipo de Viticultura y Enología del Imida
Creo que el trabajo es una excelente revisión sobre la influencia del cambio climático en el futuro desarrollo de la vitivinicultura. Su impacto será mayor en las regiones que ya tienen un clima cálido y seco, como podrían ser las situadas en la mitad sur de España.
Hay mucho trabajo por hacer todavía. En el mundo hay unas 10.000 variedades de vid para todos los usos: vino, licores, mesa, pasas, zumos, etc. A nivel mundial 16 de ellas, el 50 % de la superficie mundial cultivada de uva para vinificación y en España tres variedades (Tempranillo, Airén y Bobal), suponen el 50 % de la superficie plantada de uva para vino.
Hay que buscar otras variedades que se adapten mejor a las nuevas condiciones climáticas y, si no las encontramos entre las que ya existen, desarrollar programas de mejora genética, como el que se inició en el IMIDA a finales del pasado siglo y tratar de obtener nuevas variedades con mejor adaptación a las nuevas adversidades climatológicas. En este sentido, se han registrado ya cuatro nuevas variedades, tres tintas (Myrtia, Gebas y Calnegre) y una blanca (Calblanque), procedentes de cruces de Monastrell con Cabernet Sauvignon y de Monastrell con Syrah.