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Alejandro Caparrós

Catedrático de Economía de la Universidad de Durham (Reino Unido), profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y autor principal (Lead Author) del capítulo de Cooperación Internacional del AR6 del IPCC

El mundo continúa caminando con paso firme por una senda que, si nada lo remedia, nos llevará a superar los 1,5 ºC de calentamiento en pocos años. Las emisiones siguen batiendo récords históricos y nada de lo acordado en la COP27 invita al optimismo sobre nuestras opciones de modificar esta senda. Sin embargo, se ha abierto la posibilidad de avanzar por esa senda con mayor solidaridad, al menos con los países más vulnerables a las consecuencias del cambio climático. Tras más de treinta años de negociaciones, los países que más han contribuido al cambio climático han aceptado crear un fondo para ayudar a los países más desfavorecidos.

Además, se ha dejado atrás parcialmente la distinción entre países desarrollados y en desarrollo, y países tradicionalmente considerados en desarrollo como China se han abierto a contribuir a ese fondo. Los detalles del funcionamiento del fondo no se han acordado, y no se ha acordado cuánto tiene que aportar cada país. Es más, dado el precedente del Acuerdo de París, lo más probable es que cada país aporte lo que considere conveniente, sin un acuerdo para distribuir el esfuerzo necesario. Esto hace improbable que el flujo de dinero movilizado sea suficiente, pero la simple creación del fondo es un éxito para los países más afectados por el cambio climático, liderados por la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS en inglés).

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