Antonio Molina
Geólogo planetario especializado en Marte del departamento de Planetología y Habitabilidad del Centro de Astrobiología (CAB)
En este trabajo los autores simulan las variaciones que se producen en la luz solar al atravesar masas de hielo mezclado con polvo en la superficie del planeta Marte. Valoran cómo estos cambios afectarían a hipotéticos organismos que vivieran dentro de ese hielo, tanto reduciendo los niveles de radiación hasta resultar soportables, como que las variaciones en el espectro solar aún permitieran metabolismos basados en la fotosíntesis. Si bien es un estudio relativamente sencillo que se limita a modelizar estas variaciones de energía, sí parece minucioso y aporta una valoración mucho más pormenorizada que estudios previos, que tenían en cuenta el flujo energético uniforme sin valorar variaciones en el espectro; o que consideraban nieve o hielo puros, incapaces de disminuir suficientemente la radiación.
Los modelos y supuestos parecen adecuados, así como su validación con un caso análogo, como puede ser el glaciar en Groenlandia que presentan. Aunque los propios autores consideran las posibles incertidumbres en estas medidas, no son mayores que las diferencias que podrían encontrarse entre un glaciar terrestre y uno que se encontrase en Marte. Parece que el ajuste, en cualquier caso, es suficientemente bueno para que sirva como ejemplo razonable.
Marte cuenta con una atmósfera tan tenue (careciendo de capa de ozono) que la radiación procedente del Sol alcanza la superficie con fuerza suficiente para llegar a esterilizarla para la vida tal y como la conocemos. Por eso se consideran mucho más habitables las zonas bajo la superficie donde, a escasos centímetros de profundidad, los efectos más devastadores se neutralizan. Aunque existen organismos endolíticos, que viven prácticamente dentro de la roca, el poder utilizar la radiación solar como fuente de energía es una ventaja que debe también ser tenida en cuenta. En este caso los autores calculan que, si bien la nieve o el hielo por sí solos no serían suficientes para amortiguar el efecto nocivo de la radiación, si este hielo se encuentra mezclado con partículas de polvo (regolito) sería no solo suficiente para frenarlo, sino que aún permitiría que los organismos fotosintéticos puedan aprovechar la radiación resultante. El resultado principal es la evaluación de dónde se encontraría la ‘franja de habitabilidad’ en este hielo, es decir, a qué profundidad dentro de estos glaciares marcianos la vida tal y como la conocemos pudiera prosperar. Y lo evalúan según se encuentren a diferentes latitudes, con diferentes inclinaciones del Sol, tamaños de partículas de hielo y cantidad de polvo intersticial. Estos datos podrán ayudar a delimitar mejor las zonas más adecuadas para buscar vida en Marte en misiones actuales y futuras.
[En cuanto a las limitaciones] El trabajo se limita únicamente a estudiar los efectos de la radiación solar no ionizante. Adicionalmente habría que considerar el efecto de los rayos cósmicos, que en la Tierra se ven limitados por un campo magnético global del que Marte carece. Y si bien la intensa radiación a la que se ve sometida la superficie de Marte es un factor importante, hay otros muchos factores que limitan la habitabilidad de la misma y sería necesario considerar para tener una visión más completa. La baja presión atmosférica ocasiona que el agua se sublime, pasando de estado sólido a gaseoso directamente. En el trabajo no se evalúa cómo de estable sería el agua intersticial en esos glaciares y que, al menos en limitados nichos, dentro de ellos se encuentre agua líquida es fundamental.
Otro efecto de la tenue atmósfera marciana es que las variaciones de temperatura entre el día y la noche son enormes, cambiando decenas de grados en minutos. A pesar de que determinadas concentraciones en sales y condiciones de presión permitan la presencia de agua en estado líquido, habría que evaluar el impacto de esas variaciones dentro del glaciar. Del mismo modo, la composición química de este polvo es fundamental. El propio artículo cita que las partículas podrían servir para facilitar la fusión del hielo en pequeñas ‘burbujas’, pero de contener elevadas concentraciones de elementos como percloratos (de los que creemos que pueda haber grandes cantidades), podrían hacer que incluso un ambiente que sea físicamente habitable resulte tóxico a nivel químico.