Se trata de un estudio sólido y muy completo en el que el equipo investigador estudió las vías de transmisión microbiana de la madre al bebé después del nacimiento. Los autores del estudio examinaron minuciosamente diversos sitios de la piel y de las mucosas de 120 parejas madre-bebé durante las primeras semanas de vida. Al hacerlo, comprobaron sistemáticamente en qué partes del cuerpo del bebé se acumulan los microbios de la madre y de qué sitios [de su cuerpo] se originan.
Sabemos que los bebés nacidos por cesárea tienen ciertos riesgos de padecer asma y obesidad. Una de las razones podría ser un microbioma diferente al de los niños nacidos por vía vaginal. Una segunda posible razón podrían ser los antibióticos administrados a la madre durante la cesárea. Bajo este supuesto surgieron todas las ideas de la “siembra vaginal”. Los bebés nacidos por cesárea carecen del microbioma del canal del parto. Sabemos que en las últimas cuatro semanas antes del nacimiento, el microbioma de la madre cambia en el canal del parto para dar al bebé un impulso de bacterias “buenas” al nacer. Si eso falta, entonces el niño recibe bacterias de forma diferente, probablemente, y sobre todo, a través de la piel. La “siembra vaginal”, es decir, la inoculación de bacterias vaginales después del parto [frotar la cara del bebé con gasas impregnadas de secreciones vaginales de la madre] es un medio potencial para compensar esta carencia.
Las madres de bebés nacidos por cesárea —y sus progenitores en general— suelen preguntarse si hay algo que puedan hacer para ayudar el microbioma del bebé. El estudio proporciona un primer mensaje positivo, que en realidad siempre damos a las mujeres después del parto: muchos mimos, mucha lactancia materna. Esto compensa la falta de exposición con la flora vaginal. Y eso es lo que demuestra ahora también este estudio.
¿Se puede deducir de los datos que el método de “siembra vaginal” es redundante y puede sustituirse por la lactancia materna?
Todavía no se ha demostrado en estudios que la “siembra vaginal” tenga un efecto positivo a largo plazo sobre, por ejemplo, el riesgo de asma u obesidad. La siembra ha demostrado efectos positivos en el marco de estudios, pero también conlleva posibles riesgos, como la transmisión de virus, razón por la cual este método aún no ha sido recomendado por las sociedades profesionales. Ahora tenemos la primera prueba de que no necesariamente hay que hacerlo, lo cual es muy aliviador.
Los datos demuestran que los bebés nacidos por cesárea se benefician mucho de la lactancia materna y mucho más rápidamente que los nacidos por parto vaginal. Y la cantidad de mimos —el contacto con la piel de la madre para que el microbioma se transfiera al niño — proporciona una mayor diversidad de microbios, lo que de nuevo es protector. Sería interesante estudiar si los niños que recibieron muchos mimos y lactancia materna luego desarrollan, por ejemplo, menos asma.
¿La lactancia materna puede compensar cuantitativa (cantidad de microbiota) o cualitativamente (composición de la microbiota) la menor transmisión de microbiota en los bebés nacidos por cesárea?
Vemos diferencias en las bacterias pioneras, es decir, las primeras especies de bacterias que colonizan al niño, porque esta primera transmisión es diferente. Sin embargo, no se puede considerar el microbioma de forma aislada, sino que siempre hay que pensar en él como parte de un sistema complejo, porque también interactúa con el sistema inmunitario y metabólico, entre otras cosas. Los microbios producen productos metabólicos que, a su vez, contribuyen a la maduración de los órganos. Los microbios colonizan todo nuestro cuerpo y contribuyen a nuestra salud. Hay un microbioma específico en los pulmones y en el intestino: ¿cómo se comunican las bacterias entre sí?, ¿cómo se comunican los microbios del intestino con el cerebro? En fin, no se puede decir que probablemente se puedan resolver todos los problemas sólo con la lactancia materna. La lactancia materna puede tener un efecto beneficioso sobre la colonización intestinal y reduce el riesgo de asma, pero aún no hemos demostrado que esto se deba a que las bacterias pioneras sean diferentes en los pacientes asmáticos en comparación con los individuos sanos. Esto requiere estudios complejos a largo plazo que incluyan también los efectos sobre otros componentes, como el sistema inmunitario o el metabolismo. Pero los autores también comentaron estas limitaciones.
¿Hasta qué punto es plausible la afirmación de los autores del estudio que tiene sentido evolutivo que las vías de transmisión sean redundantes?
La naturaleza ha diseñado la maduración y el desarrollo de los niños para equiparlos de forma saludable. La naturaleza es capaz de adaptarse cuando una vía no puede seguirse. Otro ejemplo: algunos recién nacidos sufren un derrame cerebral, pero la plasticidad de la naturaleza consigue que en esta fase temprana del desarrollo broten vías auxiliares alternativas que ayudan a asumir la función de la zona del derrame por otras regiones cerebrales. Esto no ocurre en los adultos. Así que parece lógico que existan diferentes vías y adaptaciones para que el niño llegue al microbioma que necesita, aunque existan factores de riesgo, como que la madre no pueda dar el pecho o reciba antibióticos.