No es nuevo que el FBI defienda la hipótesis del origen del laboratorio para el SARS-CoV-2. Es nuevo que lo haga el DOE. Como científico, creo que esta comunicación es fundamentalmente no científica, en tanto que no contiene ni datos ni información nuevos que sostengan la nueva interpretación. Es más parsimonioso interpretarla como parte de una estrategia de guerra de comunicación entre los EEUU y China, y no como parte de una iniciativa para comprender el origen del virus.
Las dos alternativas son posibles: i)origen natural y salto de especie(s), y ii)modificación dirigida en un laboratorio y pérdida de contención. La cuestión es elucidar cómo de probables son cada una.
Con respecto a la primera, la diversidad viral en la naturaleza y los patrones epidemiológicos del comienzo de la epidemia hacen pensar en el origen natural. Como crítica a esta interpretación, estos virus muy próximos no se han detectado cerca de Wuhan, sino en Laos, y la aparición de casos en el mercado de Wuhan no excluye necesariamente una posible fuga del laboratorio.
Con respecto a la segunda, algunas funcionalidades en el SARS-CoV-2, que lo diferencian de otros virus muy parecidos a él, hacen pensar en una discontinuidad en su historia evolutiva. Como crítica a esta interpretación, el origen del linaje ómicron implica la acumulación de más de una veintena de mutaciones respecto a su ancestro, durante un largo tiempo en el que nunca se detectaron variantes de este linaje, y no ha hecho falta invocar una evolución dirigida en el laboratorio para justificar su aparición. La explicación que se ofrece es la circulación de virus de este linaje entre poblaciones inmunosuprimidas, lo que permitió la acumulación de mutantes intermedios que no habrían prosperado en otras poblaciones humanas.