Inmaculada Casas
Directora del Grupo de investigación de virus respiratorios y gripe del Instituto de Salud Carlos III
En los últimos días se han publicado una serie de trabajos que intentan medir cuan eficaces son las vacunas de la covid-19 frente a la variante ómicron. El número de estos trabajos es muy limitado y, sobre todo, es muy limitado el número de pacientes estudiados. Eso se puede considerar su primer punto débil.
Lo que se puede medir en estos momentos es la capacidad que presentan los anticuerpos generados por las vacunas, por la dosis de recuerdo suministrada a individuos que fueron infectados y por la tercera dosis a personas vulnerables. A priori, cada una de las mutaciones en la proteína de la espícula tiene una posible acción que repercute en la capacidad de infección, y no solamente en la unión de los anticuerpos neutralizantes. El proceso es mucho más complicado porque hay que tener en cuenta todo el conjunto de esas mutaciones y sus posibles interacciones, hasta ahora desconocidas.
Los estudios que están apareciendo en estos momentos miden si el título de los anticuerpos disminuye o no frente a la nueva variante, pero no se puede evaluar la efectividad de la vacuna solo con este dato. El sistema para medir estas variaciones de los títulos de anticuerpos no es lineal. Que existan diferencias de 40, por ejemplo, no significa que exista una reducción de 40 veces menos con respecto a otras variantes.
Finalmente, el uso de diferentes tecnologías puede variar los resultados. No es igual el valor de los títulos de anticuerpos neutralizantes generados frente al virus ómicron infeccioso que aquellos generados frente a un pseudovirus.
No podemos valorar de la misma manera los valores mostrados en los diferentes artículos que están apareciendo porque los números pueden significar conceptos, actividad biológica, escape viral, etc. muy diferentes. Obviamente tampoco se puede evaluar la efectividad de las vacunas y sacar conclusiones de lo bien, o lo mal, que funcionarán en condiciones reales.