Javier Martín-Vide
Catedrático de Geografía Física
La confirmación por parte de la Organización Meteorológica Mundial de que estamos ya viviendo un fenómeno de El Niño y de que, muy probablemente, continuará durante la segunda mitad del año nos alerta de que aportará, como ha ocurrido en el caso de los anteriores El Niño, un plus o añadido térmico de unas décimas de grado centígrado a la temperatura media global del aire en superficie del actual 2023 o, por inercia del sistema climático y la posible continuación del fenómeno, del 2024. Como es sabido, unas décimas de grado centígrado más en la temperatura media global del aire suponen una variación en absoluto despreciable. Además, a este probable calentamiento extra se une, en la misma dirección, una fuerte anomalía térmica positiva existente desde hace semanas en las aguas del Atlántico norte y del Pacífico septentrional. Todo ello permite prever, con una probabilidad apreciable, de que uno de los dos años indicados podría ser el más cálido de la historia instrumental.
Por otra parte, cabe esperar un aumento de la frecuencia e intensidad de algunos extremos meteorológicos, como las olas de calor, y las sequías, en unas regiones, y las precipitaciones torrenciales, en otras. A título informativo, El Niño más intenso del siglo XX, el del 1982-83, coincidió con las precipitaciones torrenciales en la cuenca del Júcar que derivaron en la pantanada de Tous, en octubre de 1982, y con las lluvias muy copiosas, con inundaciones y corrimientos de tierras, del Pirineo catalán en noviembre del mismo año.