Alexandra Jones
Investigadora sénior de Política y Derecho Alimentario en el Instituto George para la Salud Global (Australia)
Para los actuales consumidores de bebidas dietéticas [que incluyen este edulcorante], esta noticia no es motivo de gran alarma. El aspartamo ha sido clasificado en la categoría 2B de la IARC, lo que significa que hay pruebas limitadas de que pueda causar cáncer, no de que lo cause o sea probable que lo cause. El trabajo del JECFA confirma que los niveles normales de consumo parecen ser seguros.
Más allá de este enfoque específico sobre el aspartamo y el cáncer, sabemos que el uso de edulcorantes en nuestro suministro de alimentos es cada vez mayor (en Australia, por ejemplo, la industria alimentaria se ha alejado del aspartamo desde hace algún tiempo, con un mayor uso de edulcorantes "naturales" como la estevia). A medida que los gobiernos y los consumidores intentan reducir la ingesta de azúcar, aumenta el uso de edulcorantes en todos los alimentos, no solo en las bebidas.
Es importante que sigamos estudiando sus efectos a largo plazo en diferentes parámetros de la salud. Teniendo en cuenta otras indicaciones recientes de la Organización Mundial de la Salud, según las cuales los edulcorantes no azucarados no deben utilizarse como medio para controlar el peso o reducir el riesgo de cardiopatías o diabetes, sería prudente reflexionar sobre los beneficios generales para la salud (y el bolsillo) de cambiar el hábito de tomar refrescos de cualquier tipo por alternativas más sanas, como el agua del grifo.