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Nigel Marks

Catedrático de Física y Astronomía de la Universidad Curtin (Australia)

Dentro de un par de días, Japón empezará a verter al océano Pacífico las aguas residuales tratadas de la central nuclear de Fukushima. El principal problema del vertido es que suena mal, pero en realidad no lo es. Durante seis décadas se han producido vertidos similares en todo el mundo y nunca ha ocurrido nada malo.  

La radiactividad del agua de Fukushima es casi en su totalidad tritio, un tipo de hidrógeno. A escala, el océano Pacífico contiene 8.400 gramos de tritio puro, mientras que Japón liberará 0,06 gramos de tritio cada año. La minúscula cantidad de radiación extra no supondrá la más mínima diferencia. El marisco capturado durante toda una vida a pocos kilómetros de la desembocadura del océano tiene el equivalente a la radiación de tritio de un bocado de plátano.  

Quienes se oponen a la liberación han sugerido alternativas poco realistas y han esgrimido toda una serie de contraargumentos, pero ninguno de ellos resiste el escrutinio científico. En realidad, casi todo es radiactivo, incluido el océano Pacífico, donde el tritio representa un modesto 0,04% de la radiactividad total. A pesar de la controversia, la liberación en el océano es la única opción práctica en Fukushima, y se han tomado todas las medidas imaginables para elegir la mejor decisión que tenga en cuenta todos los factores.

ES