Miguel de Simón Martín
Profesor titular del Área de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de León, del departamento de Ingeniería Eléctrica y de Sistemas y Automática e investigador del Instituto de Investigación e Innovación en Ingeniería (I4)
La elección por parte de la revista Science del crecimiento de las energías renovables como hito del año 2025 refleja con precisión la magnitud del cambio que está experimentando el sistema energético global. No se trata de una tendencia coyuntural, sino de un auténtico cambio de paradigma: por primera vez, la energía solar y eólica han crecido lo suficiente como para cubrir todo el aumento de la demanda eléctrica mundial en la primera mitad del año y han superado al carbón en generación eléctrica. Este avance ha sido posible cuando las renovables se han convertido en una opción económicamente competitiva, impulsadas en gran medida por la estrategia industrial de China, que ha apostado por estas tecnologías tanto para satisfacer su enorme demanda interna como para exportarlas a escala global.
El verdadero hito no es solo que crezcan las renovables, sino que se hayan convertido en la opción más económica y segura para cubrir la mayor parte de la demanda energética mundial.
Esta noticia positiva, sin embargo, invita a una reflexión prudente. El despliegue masivo de energías renovables es una condición necesaria, pero no suficiente, para afrontar el reto climático. Persisten desafíos estructurales relevantes, como la adaptación de las redes eléctricas, el almacenamiento de energía a gran escala, la electrificación de sectores difíciles y las tensiones geopolíticas asociadas al dominio industrial de China. Además, la transición energética china ha conllevado impactos ambientales significativos y no ha supuesto todavía el abandono total del carbón, que sigue desempeñando un papel de respaldo. El mensaje de fondo es claro: la tecnología y la economía ya están alineadas, pero el éxito final de la transición dependerá de decisiones políticas, una planificación adecuada del sistema energético y la capacidad de integración sostenible a largo plazo.