Estoy encantado de ver el trabajo pionero de Pierre Agostini, Ferenc Krausz y Anne L’Huillier reconocido con el Premio Nobel de Física. Sus avances experimentales, que habilitaron la generación de trenes de pulsos láser con duraciones en la escala de los attosegundos, han permitido el estudio de procesos a escalas de tiempo previamente imposibles de alcanzar, contribuyendo de forma extraordinaria al avance de nuestra comprensión de la materia.   

Se trata de uno más de los muchos y muy merecidos premios Nobel de las últimas décadas con la fotónica como protagonista, que confirma al láser como la tecnología habilitadora definitiva de la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos de siglo XXI, capaz tanto de abrir ventanas a la exploración del universo a través de la detección de ondas gravitacionales, como de permitir las medidas más precisas de las magnitudes u objetos más pequeños o explorar los acontecimientos más rápidos de la naturaleza.

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