Los efectos en cascada de la DANA: así afronta la salud pública los retos del desastre

La mayoría de los desastres no ocurren aislados, a menudo desencadenan nuevos desafíos antes de que la comunidad haya podido recuperarse. Las inundaciones en Valencia suponen riesgos de infecciones e intoxicaciones, retos para la salud mental y para el abastecimiento de fármacos y alimentos, que afectan más a la población vulnerable y que se deben abordar de manera coordinada. Ante este tipo de eventos, el fortalecimiento general del sistema sanitario de un país es fundamental.

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Una vecina y su perro en Paiporta, Valencia. EFE/ Biel Aliño

Desde el comienzo de la DANA, el pasado martes 29 de octubre, que afectó principalmente a la región de Valencia, han muerto más de 200 personas y decenas permanecen desaparecidas por las graves inundaciones ocurridas. En unas pocas horas cayó en algunas zonas el equivalente a un año de lluvia, lo que provocó grandes riadas que arrasaron localidades enteras, dejando atrapadas a miles de personas.

Este tipo de desastre ambiental puede tener efectos en cascada a corto y largo plazo en la salud física y mental, y pueden afectar indirectamente la salud y el bienestar como resultado de la evacuación, la interrupción social, la pérdida financiera, el cambio de estilo de vida, el daño a las instalaciones de atención médica y los cambios en el contexto político y socioeconómico más amplio.

Los desastres en cascada se pueden definir como eventos extremos, en los que los efectos aumentan en progresión con el tiempo y generan eventos secundarios inesperados de fuerte impacto y que tienden a contribuir sustancialmente a la duración general del desastre. Un elemento clave es que tienen un punto de escalada, un cruce en una cadena de reacciones que conduce a mayores efectos de los que habría tenido el desastre inicial.

Los desastres en cascada son eventos extremos, en los que los efectos en cascada aumentan en progresión con el tiempo y generan eventos secundarios inesperados de fuerte impacto

El ciclo de gestión de un desastre establece cuatro etapas: prevención, preparación, respuesta y recuperación.

La fase de respuesta, en la que aún nos encontramos con cierto grado de solapamiento con la fase de recuperación, afecta a las acciones a desarrollar durante la emergencia e incluye el uso preferente de recursos humanos y medios técnicos, la evaluación rápida de necesidades que permita la notificación de la ayuda específica requerida. Debe tender a garantizar el funcionamiento de los sistemas vitales (agua potable, energía, comunicaciones, etc.) y a coordinar la ayuda externa que deberá en todo caso estar pensada para servir de enlace con las actividades del postdesastre.

Además, en esta fase, en términos de salud pública, los objetivos sanitarios de la gestión de desastres deben prevenir y reducir la mortalidad; atender a las víctimas y prevenir las secuelas; prevenir los efectos indirectos relacionados con la salud; prevenir la morbilidad a corto, medio y largo plazo; y restablecer los servicios básicos de salud.

Qué se hace en salud pública

La respuesta de salud pública a un desastre se tiene que adaptar a los riesgos específicos en función de sus causas y de la situación concreta. La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres define un desastre como una interrupción grave del funcionamiento de una comunidad o una sociedad a cualquier escala debido a eventos peligrosos que interactúan con las condiciones de exposición, vulnerabilidad y capacidad, lo que lleva a uno o más de los siguientes: pérdidas e impactos humanos, materiales, económicos y ambientales.

Desde la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) se han elaborado dos documentos en los que se comparte las recomendaciones del Ministerio de Sanidad y del protocolo de vigilancia para la detección precoz de casos de infección asociados a las inundaciones producidas por la DANA en la Comunitat Valenciana. Se trata de una serie de recomendaciones ante las consecuencias para la salud pública tras un desastre natural como el acontecido, que son variadas y pueden aparecer en el corto y medio plazo. Contienen unas medidas generales básicas y otras específicas en relación a cadáveres, agua y alimentos, limpieza y desinfección, gestión de basuras, prevención de intoxicación por monóxido de carbono (CO) y coordinación del personal sanitario voluntario que se ofrece a colaborar.

Algunas enfermedades infecciosas que pueden verse favorecidas por la inundación son: leptospirosis, hepatitis A, tétanos, gastroenteritis e infecciones gastrointestinales o las enfermedades transmitidas por mosquitos

Asimismo, SESPAS pone en evidencia la urgencia de la puesta en marcha de la Agencia Estatal de Salud Pública; entidad que permitirá mejorar la coordinación entre las administraciones en salud pública, compartir información sociosanitaria y su análisis, la comunicación de esta a profesionales y ciudadanía y la evaluación del impacto en salud de los programas implantados.

Uno de los peligros más graves en una situación de emergencia como la actual es el riesgo de epidemias e intoxicaciones debidas a la contaminación del agua potable. Las aguas y el barro de inundación suponen un grave riesgo para la salud, ya que, al entrar en contacto con basura y cadáveres de animales, crean el caldo de cultivo ideal para los microorganismos. En concreto, algunas de las enfermedades infecciosas que pueden verse favorecidas por la inundación son: leptospirosis, hepatitis A, tétanos, gastroenteritis e infecciones gastrointestinales o las enfermedades transmitidas por vectores, especialmente los mosquitos.

Riesgos por el agua contaminada

España tiene una salud pública y un sistema de prevención muy potente que permite el control de muchas enfermedades, como las que se vehiculizan por el agua. Sin embargo, en una circunstancia como esta, en la que se han visto afectados los sistemas de saneamiento y el acceso al agua potable, puede producirse un riesgo de infección que se asocian a la ingesta de agua o comida contaminada, como las provocados por patógenos como E. coli, Salmonella o Shigella, que pueden provocar cuadros de gastroenteritis de mayor o menor severidad. Por ello, es muy importante mantener y recuperar cuanto antes el suministro de agua limpia y segura para beber, cocinar, lavar, además de suministro de electricidad y de alimentos, además de jabón y otros productos básicos de limpieza.

Por lo tanto, además de informar a la población sobre las medidas de higiene a poner en práctica durante y después de la inundación, es importante involucrar a profesionales de la salud que tengan experiencia en la prevención de las epidemias y de los riesgos relacionados con agua contaminada por microbios patógenos.

La salud mental

Otro gran reto que hay que abordar durante una catástrofe ambiental como la DANA es el de la salud mental, tanto de los afectados como de los propios sanitarios. En el caso de las personas directamente afectadas por la tragedia, como las que han perdido personas de su entorno o pertenencias materiales, existe el riesgo de que en algunos casos el trauma pueda derivar en un sufrimiento psicológico de larga duración. En concreto, la depresión y el estrés postraumático son los dos principales trastornos de los que podrían sufrir los supervivientes. La intervención temprana de los psicólogos y psicólogas especializados en emergencias es fundamental para la recuperación emocional de las personas afectadas y para prevenir problemas psicológicos a largo plazo.

El estrés postraumático afectará a tres grupos: las personas que han visto cadáveres, las que sienten una culpa intensa por haber sobrevivido o por no haber podido ayudar más y las que previamente se encontraban en tratamiento o habían experimentado situaciones similares

Se calcula que entre el 20 y 25 % de la población de la zona cero destruida sufrirá diferentes formas de estrés postraumático. Un abordaje comunitario minimiza el impacto, al cubrir proactivamente las necesidades de cada persona afectada. Sobre todo, afectará a tres grupos: las personas que han visto cadáveres, las que sienten una culpa intensa por haber sobrevivido o por no haber podido ayudar más y las que previamente se encontraban en tratamiento o habían experimentado situaciones similares, como las inundaciones de 1957. En estos tres grupos, la probabilidad de sufrir estrés postraumático se eleva al 70 u 80 %.

Vacunas, farmacias y pacientes crónicos

Respecto a la vacunación, no se considera necesaria una campaña de vacunación masiva en este momento. Se ha reforzado la disponibilidad de vacunas en los centros de salud, especialmente aquellas que podrían ser necesarias ante un aumento de la demanda (tétanos, difteria) o posibles brotes (hepatitis A), también se mantiene la vacunación sistemática y las campañas de vacunación estacional (gripe, covid-19, VRS en niños) y se recomienda a los profesionales sanitarios revisar el estado de vacunación de las personas que acuden a consulta, aprovechando cualquier oportunidad para completar el calendario vacunal.

No nos podemos olvidar que la DANA también afectó a más de un centenar de oficinas de farmacia en las zonas más devastadas. Una semana después, 56 de ellas no habían recuperado la actividad, según el monitoreo que está haciendo el Colegio de Farmacéuticos de Valencia, que asegura que el suministro está garantizado para toda la población y que, en el caso de que el establecimiento se encuentre lejos o no haya medios para llegar, se ha facilitado un servicio con voluntarios y ambulancias; o bien un punto de recogida de los fármacos en centros de salud operativos.

En la mayor parte de los casos, los tratamientos oncológicos pueden ser retrasados unos días sin que se ponga en riesgo su eficacia

También hay preocupación por los pacientes crónicos cuyos tratamientos han podido verse interrumpidos. La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) ha lanzado un mensaje de tranquilidad al respecto ya que en la mayor parte de los casos los tratamientos pueden ser retrasados unos días sin que se ponga en riesgo su eficacia; y ha pedido que no se hagan desplazamientos por este motivo que puedan poner en riesgo la integridad de los pacientes.

La destrucción de las infraestructuras de comunicación y transporte dificultan también la distribución de alimentos, productos de limpieza y medicamentos. Es importante recuperar cuanto antes estos suministros. Sin embargo, hay infraestructuras que han sido muy dañadas y la vuelta a la normalidad puede llevar bastante tiempo.

Grupos sanitarios coordinados para cada reto de salud

En relación al abordaje de las consecuencias por la DANA, se ha creado de grupo sanitario de respuesta coordinada desde el Ministerio de Sanidad y la Generalitat Valenciana. Su objetivo es trabajar de manera conjunta, coordinada y consensuada para la evaluación y abordaje de riesgos para la Salud Pública. Este grupo, denominado Grupo de Coordinación de la Respuesta de Salud Pública ante las Inundaciones Causadas por la DANA, está coordinado desde el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) del Ministerio de Sanidad, junto con la Dirección General de Salud Pública de la Generalitat Valenciana, que se reúne dos veces diariamente, y ha generado cinco subgrupos de trabajo específicos: subgrupo de Riesgos y Medidas de Control Relacionadas con Vectores, subgrupo de Vigilancia Epidemiológica, subgrupo de Medidas en Relación con Enfermedades Inmunoprevenibles, subgrupo de Vigilancia Epidemiológica y, finalmente, el subgrupo de Sanidad Ambiental.

Todos los países necesitan políticas, estrategias y programas claros destinados a reducir al mínimo los riesgos para la salud y sus consecuencias sanitarias

Finalmente, la gestión del riesgo de este tipo de desastres de salud pública requiere la participación activa de una amplia gama de sectores y partes interesadas en todos los niveles de la sociedad y, aunque las emergencias afectan a todos, los más vulnerables se ven afectados de manera desproporcionada.

Ningún país, independientemente de su nivel de desarrollo económico y social, es inmune a la gravedad de determinados desastres ambientales. Todos los países necesitan políticas, estrategias y programas claros destinados a reducir al mínimo los riesgos para la salud y sus consecuencias sanitarias y de otro tipo. Estas políticas y estrategias deben ser multidisciplinarias e intersectoriales y aplicar enfoques integrales de gestión de riesgos que abarquen todas las amenazas. Si bien la gestión del riesgo de emergencias y desastres en salud pública requiere estrategias multidimensionales y medidas específicas para gestionar la amplia gama de riesgos de las emergencias, el fortalecimiento general del sistema sanitario de un país también es fundamental.

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Manuel F. Herrera Artiles
Sobre el/la autor/a: Manuel F. Herrera Artiles

Vicepresidente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS)

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