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Ramón Gutiérrez

Catedrático de Oftalmología en la Universidad de Murcia

La miopía se desarrolla a partir de una carga genética y unos factores ambientales. Hoy sabemos que los más destacados son el exceso de trabajo en visión próxima y pasar mucho tiempo en ambientes con poca iluminación. Estos factores ambientales, durante la infancia y la adolescencia, en niños que tienen determinadas variantes genéticas, van a generar un crecimiento excesivo del ojo, es decir, miopía.   

Esta relación entre trabajo de cerca, carga genética y miopía no es nueva. Contamos con trabajos científicos antiguos, con metodologías cuestionables, pero que concluían que chavales que trabajan mucho de cerca desarrollan más miopía. En el siglo XVII ya lo publicó el astofísico Kepler.  

Ware en 1813 observó que solo 12 de cada 10.000 reclutas de origen rural con bajo nivel de estudios eran rechazados del ejército por ser miopes y que, en cambio, en la Universidad de Oxford, 32 de 127 estudiantes eran miopes.    

Es un clásico en foros de miopía un trabajo israelí que pone de manifiesto que los niños varones ortodoxos, que reciben una educación religiosa muy estricta, desarrollan mucha más miopía que el resto de niños y niñas.  

Un análisis que podemos considerar precedente del trabajo que ahora valoramos analizó de forma conjunta el riesgo genético y el ambiental y pone de manifiesto que, en niños genéticamente predispuestos, el esfuerzo acomodativo genera más miopía que en niños que no están genéticamente predispuestos. En este y en otros muchos trabajos de la época se consideraba la predisposición genética en función de que ninguno, uno o los dos padres fueran miopes.   

¿Actualmente podemos llegar a saber cuáles son las variantes genéticas que junto al esfuerzo visual generan miopía? Esa es la pregunta que el trabajo que ahora valoramos pretende responder. (Nosotros estamos dirigiendo una tesis para obtener SNPs de miopía a partir de una gota de saliva, y en la que necesitamos parejas de hermanos: 1 con miopía y otro emétrope).

En el año 2015 se publicó un análisis en el que se pone de manifiesto que el tiempo dedicado a la lectura influye poco en el desarrollo de la miopía de la población general. En cambio, cuando se analiza a personas con la variante RS 188 663 068 se observa mucha diferencia entre los que leen muy poco, que apenas desarrollan miopía, y los que pasan mucho tiempo leyendo, que sí desarrollan mucha más miopía. 

El trabajo que ahora analizamos da un paso más, y trata de buscar otras mutaciones genéticas o SNPs [polimorfismos de nucleótido único] que intervienen en el hecho de que el trabajo de visión próxima sea un factor determinante del desarrollo de miopía en algunas personas y en otras no.  

De los resultados cabe destacar que encuentran cinco variantes implicadas en las interacciones entre la carga de los genes y la educación. Dos de esas variantes son ya conocidas, incluso se ha estudiado el mecanismo biológico a través del cual podrían influir en el crecimiento del globo ocular, y otras tres son aportaciones realizadas en el presente trabajo.  

En general se trata de buen un trabajo publicado en una revista con un alto índice de impacto, que utiliza una muestra enorme y emplea procedimientos que podemos considerar estándar en este tipo de trabajos. Desgraciadamente, en esta base de datos del Reino Unido no todos los sujetos analizados contaban con una refracción, y se introduce la variable de prescripción de gafas entre los 5 y los 25 años para considerar quiénes son miopes. Esto lo podemos considerar una debilidad.  

La importancia de llegar a saber cuáles son los SNPs que generan miopía en determinados ambientes está en que posteriormente se podría investigar de qué manera realizar la lectura y con qué ayudas para que no generase el esfuerzo, el factor ambiental que pone en marcha el crecimiento del ojo.

ES