Sarah-Naomi James
Investigadora principal de la MRC Unit for Lifelong Health and Ageing del University College de Londres (Reino Unido)
El estudio tiene puntos fuertes en la utilización de los datos disponibles a escala nacional y su esfuerzo por intentar diferenciar entre los distintos tipos y duración del uso de THS es admirable, necesario y parece bastante sólido.
Sin embargo, el estudio tiene limitaciones fundamentales en su capacidad para interpretar y comprender las verdaderas vías causales subyacentes de la asociación observada, ya que tanto la exposición (por qué se prescribiría Terapia Hormonal Substitutiva [THS] en primer lugar, y por qué se prescribiría ciertos tipos y duración de uso de la medicación) como el resultado (diagnóstico de demencia) tienen muchas cosas en común que influyen en ellos, por lo que esta asociación puede ser artificial.
Por ejemplo, los cambios en el sueño o en el estado de ánimo son síntomas muy comunes de la menopausia y razones para solicitar THS; a la vez, estamos empezando a entender que el sueño y el estado de ánimo pueden jugar un papel importante en la expresión y progresión de la demencia.
La mejor forma de saber si la medicación de THS causa demencia es a través de ensayos clínicos y, hasta la fecha, no hay pruebas suficientes que apoyen una relación directa con la medicación, por lo que este nuevo estudio no debería cambiar la práctica [clínica].
Lo que está claro a partir de este estudio es que se justifica más investigación para comprender el riesgo exacerbado de alzhéimer en las mujeres, incluyendo el papel y los patrones de la THS en las enfermedades que causan demencia, pero también para comprender el contexto más amplio, que abarca los síntomas de la menopausia, así como el curso de la vida y las influencias socioculturales que afectan a las mujeres en este período de transición de su vida.