Vicente Mas
Investigador en el laboratorio de Biología Viral del Instituto de Salud Carlos III
Los datos preliminares publicados hasta la fecha sugieren un impacto antigénico mayor de la variante ómicron en comparación con otras variantes de preocupación que se han ido seleccionando como consecuencia de la evolución del virus (beta, delta).
Existe cierta discrepancia, hasta cierto punto entendible, en cuanto a la magnitud de este impacto antigénico.
Puede deberse a las diferentes pautas de vacunación ensayadas, pero también a la metodología empleada en los distintos estudios. Se han utilizado tanto aislados naturales como sistemas de pseudovirus que, si bien hasta la fecha en estudios previos han arrojado tendencias similares, no siempre reflejan el mismo grado de neutralización.
Además, las neutralizaciones se realizan en distintas líneas celulares, algunas de ellas expresamente modificadas para aumentar su susceptibilidad a la infección por el SARS-CoV-2. Estas líneas celulares generalmente sobreexpresan el receptor celular ACE2 y eso puede provocar un sesgo sobre el grado de neutralización apreciable entre variantes cuyas regiones de unión al receptor (RBD) muestran propiedades muy dispares.
Por el elevado número de mutaciones detectado en el RBD de ómicron es esperable que sus propiedades de unión ACE2 se vean sustancialmente modificadas en comparación con otras variantes.
Es importante resaltar que estos estudios tan solo hacen referencia al impacto de ómicron sobre la respuesta de anticuerpos inducida tras la infección o vacunación. Según el análisis de la secuencia de ómicron, la respuesta de las células T no debería verse tan seriamente comprometida. Por tanto, es esperable que las vacunas administradas mantengan un nivel de eficacia importante para evitar las infecciones graves, no tanto en reducir el nivel de contagios y reinfecciones.