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Javier Bernácer María

Investigador en el Grupo Mente-Cerebro del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) en la Universidad de Navarra y director científico del Centro Internacional de Neurociencia y Ética (CINET), Fundación Tatiana

Este artículo es una revisión sistemática y, por lo tanto, se apoya en una metodología sólida y contrastada para el estudio de un aspecto concreto en la literatura científica. En este caso, se analiza la polarización en el ámbito de la salud en relación con la pandemia de la covid-19 y los factores que contribuyen a ella. Los autores tienen un gran mérito, pues incluyen artículos con metodologías muy diversas, y son capaces de hacer una síntesis clara de los principales temas tratados. Tras su análisis, los factores detectados son la ideología política (y la polarización intrínseca que subyace), la desinformación, las dinámicas de las redes sociales, la confianza en las instituciones sanitarias, la percepción de los riesgos para la salud individual y de los seres queridos, y factores socioeconómicos. 

Desde hace unos años, diversos trabajos de investigación alertaban de la polarización de la sociedad, especialmente en relación con la pandemia. Este estudio es novedoso porque supone una síntesis de ellos, y hace una gran labor de síntesis para describir los factores clave que contribuyen a esa polarización. 

Quizá una limitación que tener en cuenta, en el plano interpretativo, es que pueda tratarse de un estudio que, irónicamente, contribuya a la polarización. Sin poner en duda su rigor científico, se presenta a ciertos grupos sociales como cumplidores ‘racionales’ de las normativas sanitarias, mientras que el grupo ideológicamente contrario es el de los ‘emocionales’, que no las cumplen por rebeldía. De nuevo, no pongo en duda que esta sea la realidad científica a la que apuntan los resultados, pero quizá deberíamos desarrollar narrativas que despolaricen la sociedad, en lugar de aumentar la brecha entre ambos modos de pensar. 

En otro orden de cosas, al tratar el primer factor (la ideología política) habría sido interesante discutir los resultados en función del signo del gobierno de los países durante la pandemia. A raíz del ‘partisanismo’ que encuentran los autores, cabe plantearse si la reacción ante las decisiones de los gobiernos habría sido opuesta si estuvieran regidos por los que entonces estaban en la oposición. 

En mi opinión, este estudio tiene una gran relevancia para la política sanitaria en España. Como proponen los autores al final de la discusión, habría que realizar un esfuerzo para mitigar la polarización y conseguir una mayor cohesión, especialmente, en tiempos de crisis. Quizá esto no se consiga hasta que haya una despolitización efectiva de la sanidad y la investigación, llegando a regulaciones y directivas de consenso. Hoy por hoy, es un sueño, pero trabajos como este son importantes para concienciar a nuestros dirigentes de que, si realmente quieren el bien común, tienen que cambiar sus modos de actuación”. 

ES