Tara Spires-Jones
Directora del Centro para el Descubrimiento de las Ciencias del Cerebro de la Universidad de Edimburgo, jefa de grupo en el Instituto de Investigación de la Demencia del Reino Unido y expresidenta de la Asociación Británica de Neurociencia
Un nuevo estudio publicado por Du y colegas observó que las personas que declararon un alto consumo de queso graso en la década de 1990 tenían un menor riesgo de desarrollar demencia unos 25 años después que las personas que no comían queso. Aunque se trata de datos interesantes, este tipo de estudio no puede determinar si esta asociación con la reducción del riesgo de demencia se debió a las diferencias en el consumo de queso.
Una de las mayores limitaciones de este estudio es que el consumo de queso se registró a partir de un diario alimenticio y una entrevista realizada en un momento concreto, 25 años antes del análisis del diagnóstico de demencia. Es muy probable que la dieta y otros factores relacionados con el estilo de vida hayan cambiado en esos 25 años. Existen pruebas sólidas en todo el campo que indican que una dieta saludable, el ejercicio y las actividades que estimulan la cognición (educación, trabajos y aficiones estimulantes, etc.) pueden aumentar la resistencia del cerebro a las enfermedades que causan demencia. No hay pruebas sólidas de que ningún alimento concreto proteja a las personas de la demencia.