Aixa Morales
Investigadora en el Instituto Cajal del CSIC
El trabajo procede de un excelente grupo como es el de Arturo Álvarez-Buylla, uno de los científicos más prominentes del campo del desarrollo del sistema nervioso, especialmente del desarrollo del cerebro humano. Además, recibió el Premio Príncipe de Asturias en 2011. El otro autor senior firmante, Shaun Sorrells, exinvestigador posdoctoral del grupo de Álvarez-Buylla, lidera un grupo joven. El estudio es excelente por el conocimiento profundo de la anatomía del cerebro humano en etapas perinatales, por el uso de técnicas de última generación como la secuenciación masiva de célula única y por el uso de numerosos marcadores de poblaciones celulares en inmunohistoquímica.
Los autores ya llevan años estudiando las migraciones de progenitores y neuronas inmaduras en el cerebro humano del recién nacido e infantil. Así, habían publicado la existencia de distintas corrientes de progenitores y neuronas inhibitorias inmaduras en etapas perinatales desde la zona subventricular de los ventrículos laterales hacia el bulbo olfatorio y la corteza prefrontal medial (Sanai et al., 2011) y hacia el lóbulo frontal de la corteza (Paredes et al., 2016). Además, también habían demostrado que existen progenitores y neuronas inmaduras excitatorias en la región paralaminar de la amígdala del recién nacido y niños pequeños y que al menos las neuronas inmaduras persisten hasta edades avanzadas y van madurando de manera progresiva (Sorrells et al., 2019).
Ahora han encontrado neuronas inhibitorias inmaduras en la corteza entorrinal en cerebros de niños, al menos hasta la edad de 2-3 años (Nascimiento et al., 2024). La presencia de estos progenitores y neuronas inmaduras en diversas localizaciones del cerebro de bebés y niños pequeños indica que hay una mayor plasticidad de lo que se pensaba hace unos años, ya que seguramente el proceso de migración y maduración de esas neuronas puede estar condicionado por estímulos y experiencias externas (según se ha determinado en modelos animales).
La región de la corteza entorrinal participa en el circuito hipocampal implicado en memoria (espacial y episódica) y aprendizaje y es una de las primeras regiones cerebrales afectadas en la enfermedad de Alzheimer. Los autores especulan que tal vez el hecho de que el desarrollo de esas neuronas inmaduras de la corteza entorrinal esté tan retrasado en el tiempo las haga más susceptibles a la neurodegeneración en la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, aún sabemos muy poco de cómo se desencadena esta enfermedad, por lo que es difícil sacar conclusiones relacionando estas poblaciones neuronales tempranas de la infancia y una enfermedad neurodegenerativa asociada mayoritariamente al envejecimiento.
Aunque existe controversia al respecto de su existencia, las poblaciones de células madre neurales y de neuronas inmaduras del giro dentado del hipocampo humano sí están alteradas en la enfermedad de Alzheimer (Moreno-Jiménez et al., 2019; Terreros-Roncal et al., 2021).
Todos los estudios realizados en cerebros humanos tienen la limitación de ser puramente descriptivos y no podemos hacer ningún análisis de tipo causa-efecto. Dependemos del avance de los modelos de células humanas como los cerebroides o del uso de animales como los ratones o los monos no primates.