Alfonso Martínez Arias
Profesor de investigación ICREA Senior e investigador en Sistemas de Bioingeniería-MELIS de la Universidad Pompeu Fabra
Este trabajo es una adición importante al publicado por el grupo de Jacob Hanna en Cell hace unos días. Los dos representan un avance importante, pues prueban la necesidad de interacción entre células embrionarias y extraembrionarias en la formación de un mamífero. Más aún, demuestran que es posible iniciar el desarrollo de un mamífero fuera del útero. Pero es más una ‘prueba de concepto’ que un logro absoluto. Como en el caso del trabajo de Hanna, el número de embriones sintéticos que se obtienen con el método es pequeño (del orden de 1 % de los cultivos iniciales) y su desarrollo colapsa prematuramente después de pocos días en cultivo. También es importante constatar que las estructuras obtenidas, aunque contienen los elementos de un embrión, tienen carencias importantes y la mayor parte de esas estructuras están dañadas o incompletas. Tampoco está claro qué, exactamente, es lo que se quiere obtener de estas estructuras que, uno tiene la impresión, surgen del cultivo casi por arte de magia.
La necesidad de hacer hincapié en los defectos y el bajo rendimiento del experimento es importante, pues la idea de que se ha obtenido un embrión de ratón en el cultivo dará lugar a la noción de que pronto se hará lo mismo con células humanas y que se conseguirá un embrión humano. Es muy probable que esto ocurra en el futuro y un valor que tiene este experimento es alertarnos ante esta posibilidad para que consideremos los aspectos éticos de estos experimentos y el impacto social que pueden tener.
Desde luego, los dos trabajos son importantes, pero están en unos estadios muy tempranos y habrá que esperar a ver cómo se desarrollan. Mucho más importante será ver qué aplicaciones tiene el sistema. Para dar ese paso, la eficiencia y la precisión tendrán que aumentar. Por el momento, las hembras de ratón hacen embriones perfectos con más eficiencia.