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Ángel Hernández Merino

Pediatra y colaborador del Comité Asesor de Vacunas, de la Asociación Española de Pediatría y de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria

Se trata de una investigación interesante sobre una novedosa cuestión: en el momento de administrar dosis de refuerzo de una vacuna, ¿es mejor hacerlo en el mismo brazo o da igual hacerlo en uno u otro brazo? 

La publicación comentada encuentra que hacerlo en el brazo del mismo lado que la dosis previa mejora la respuesta de anticuerpos en las fases iniciales tras la administración, aunque a las cuatro semanas la respuesta observada es similar cuando la dosis de refuerzo se administró en el mismo o en el brazo contrario. Utiliza una metodología compleja que implica una primera fase de laboratorio en ratones y una segunda con un número limitado de voluntarios humanos a los que administra una vacuna de ARNm del SARS-CoV-2 en dos dosis, la segunda en el mismo o en el brazo contrario. Los autores aventuran el mecanismo de que un subconjunto de células B de memoria permanecen en una zona determinada del ganglio linfático ubicado en la región cercana correspondiente a la zona de inyección y que se activarían precozmente una vez administrada la dosis de refuerzo. 

La hipótesis vale la pena investigarla pues, de ser cierta, podría mejorar a coste cero la efectividad de las vacunas y, tal vez, permitir reducir la cantidad de antígeno contenido en las mismas. 

Sin embargo, la cuestión está muy lejos de estar clara. Hay otras publicaciones que adelantan resultados preliminares en el mismo sentido, pero también otras que encuentran lo contrario. Las respuestas están, por lo tanto, aún muy lejos. Es pronto para proponer cambios en las pautas de vacunación estableciendo que las dosis de refuerzo deban administrarse en una u otra extremidad.

ES