Antonio Ventosa
Catedrático emérito de Microbiología de la Universidad de Sevilla
A finales de 2010, Felisa Wolfe-Simon y colaboradores publicaron en línea un artículo en la prestigiosa revista científica Science, titulado A bacterium that can grow by using arsenic instead of phosphorus. Dicha bacteria, identificada como miembro de la familia Halomonadaceae, fue aislada de un ambiente con condiciones extremas, Mono Lake, en California, caracterizado no solo por su elevada salinidad y un pH alcalino, sino por su alto contenido en arsénico y otros metales. La bacteria era capaz de crecer en presencia de un alto contenido en arsénico, que es tremendamente tóxico para las células, característica que poseen algunos microorganismos y no sería tan sorprendente, pero además los autores afirmaban que utilizaba el arsénico en vez del fósforo, incorporándolo en sus ácidos nucleicos y otras biomoléculas.
Esta publicación fue muy polémica y objeto de mucha controversia, por su relevancia en la biología, en general, y sus implicaciones en otros campos, como la astrobiología. De hecho, no fue hasta bien entrado el año 2011 cuando Science lo publicó en versión impresa, así como varios comentarios y críticas de otros investigadores. Dicha publicación dio lugar a un amplio debate entre la comunidad científica, siendo objeto especialmente de duras críticas en cuanto a los resultados del estudio y de la hipótesis y conclusiones del mismo, ya que se consideraba que se basaron en resultados no suficientemente contrastados.
A pesar de la enorme diversidad y plasticidad metabólica, fisiológica y evolutiva que sabemos que poseen los seres vivos que constituyen el mundo microbiano, en estos últimos 15 años no se han publicado resultados semejantes por otros grupos de investigación que avalen esta hipótesis, ni han podido reproducir y confirmar las conclusiones de estos investigadores, poniendo, por tanto, en tela de juicio este estudio.
Aunque Science admite que no se ha detectado fraude o una mala conducta de los autores del artículo a nivel experimental, los editores de esta reconocida revista científica admiten que los datos experimentales del mismo no apoyan las conclusiones que los autores indicaban en la publicación original y, por tanto, tras un largo debate y deliberación de los editores de Science, han tomado la decisión de retractar este artículo científico. Los autores, excepto uno ya fallecido y otro que no ha querido unirse al resto de colegas, alegan que esta decisión supone un cambio de los criterios de la revista Science, considerando los criterios establecidos por su Comité de Ética de Publicaciones (Committee on Publication Ethics, COPE) y han publicado una nota explicando las razones de su objeción con respecto a la decisión tomada en 2025 por Science. De nuevo, la polémica está servida.