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Miguel del Valle Soto

Presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED), catedrático de la Facultad de Medicina, Escuela de Medicina del Deporte, Universidad de Oviedo

En principio estoy de acuerdo con la decisión de prohibir la participación de transexuales en las competiciones de atletismo ya que los derechos de una persona terminan cuando interfieren con los de las demás y en el caso del deporte de competición (son profesionales que viven del deporte) puede ocurrir algo así si no se analiza y se trata en profundidad. Es necesario establecer controles. 

El deporte de élite ha de conciliar el derecho a la identidad y a la no discriminación de las deportistas y el juego limpio, entendido como la igualdad de oportunidades de las participantes. Algunas deportistas trans tienen superioridad física que deja en desventaja a sus compañeras. Hay que velar por la integridad de la competición entendida como la igualdad de las participantes. 

La clave está en el nivel de testosterona, muy superior en hombres (30-120 ng/mL en hombres y menos de 10 en las mujeres) y es el criterio que se debe de tener en cuenta, aunque también se podrían considerar otros parámetros. Es necesario realizar un tratamiento hormonal para modificar algunas características masculinas. 

Por otra parte, hay que tener en cuenta la integración de toda aquella persona que se sienta mujer y considerar el derecho a que las mujeres trans compitan como mujeres. Lo justo posiblemente esté en que puedan competir una vez que hayan completado la transición de género. No es lo mismo una deportista que se hizo trans en la adolescencia que si se cambia de sexo en plena competición y sin interrumpir los entrenamientos (hacer transición en plena competición). 

Debemos estudiar caso por caso para que no haya una desproporción. No todas las mujeres trans compiten con ventaja.

ES