Ernesto Rodríguez Camino
Meteorólogo Superior del Estado y presidente de la Asociación Meteorológica Española
Los incendios que han asolado principalmente el noroeste de la península ibérica el pasado mes de agosto han sido excepcionales, como así lo indican los autores de la iniciativa World Weather Attribution que realiza estudios en tiempo casi real para determinar el peso que tiene el actual cambio climático de origen antrópico en el aumento de su frecuencia e intensidad. Si bien el estudio se ha basado exclusivamente en datos observacionales y no ha hecho uso de modelos climáticos, podemos decir que sus conclusiones están en línea con estudios similares en la cuenca mediterránea. Comparado con el clima preindustrial y según los autores, el actual clima —con un calentamiento global de 1,3 ºC— hace que las condiciones meteorológicas para el desarrollo de estos incendios en el noroeste de la península ibérica sean unas 40 veces más frecuentes y un 30% más intensas.
El trabajo determina el indudable papel del cambio climático en el desarrollo de estos incendios, al igual que de otros fenómenos meteorológicos y climáticos extremos como precipitaciones intensas, sequías y olas de calor, sin olvidar el relevante papel de otros factores relacionados con el uso del suelo, la despoblación, la disponibilidad de recursos para la prevención y extinción, etc. El origen último de la mayor frecuencia e intensidad de este tipo de incendios, por lo tanto, hay que atribuirlo a las emisiones crecientes de gases de efecto invernadero causadas principalmente por el uso generalizado de combustibles fósiles que son el principal causante del actual cambio climático. Sin embargo, las sociedades, además de contribuir a reducir las emisiones, deben reducir su vulnerabilidad preparándose para afrontar este tipo de eventos que serán cada vez más frecuentes e intensos. Tanto estos incendios como cualquier evento meteorológico o climático extremo pueden convertirse bien en un evento de consecuencias manejables o bien en un desastre humano dependiendo de la prevención, preparación y en definitiva de la reducción de la vulnerabilidad estructural de las sociedades.