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Ernesto Rodríguez Camino

Meteorólogo Superior del Estado y presidente de la Asociación Meteorológica Española

El balance anual de carbono que realiza el Proyecto Global de Carbono constituye una fuente de información muy valiosa para analizar y valorar los esfuerzos que se están realizando para limitar las crecientes emisiones de CO2, que es el gas de efecto invernadero principal responsable del actual cambio climático causado por las personas. Este informe pone claramente de manifiesto lo insuficiente de los esfuerzos realizados hasta la fecha para limitar las emisiones e incrementar los sumideros de CO2. Este balance anual debe ser leído e interpretado conjuntamente con las estimaciones realizadas por el IPCC relativas a la reducción global de las emisiones necesarias para no sobrepasar los límites de calentamiento peligrosos para el sistema climático, que el Acuerdo de París fija en 2 ºC y preferentemente 1,5 ºC.

La escala que se necesitaría en la reducción de las emisiones para no sobrepasar el límite crítico de 1,5 ºC sería de un ritmo aproximado de 1,4 mil millones de toneladas de CO2 (GtCO2) por año hasta el año 2050. Esta reducción sería equivalente a la reducción que hubo en 2020 como consecuencia de las medidas adoptadas para combatir la covid-19, pero mantenida todos los años desde ahora hasta el año 2050. Sin embargo, los datos nos confirman que lejos de reducirse las emisiones, estas continúan aumentando globalmente hasta alcanzar 40,6 GtCO2 en 2022, procediendo aproximadamente en un 90 % de la quema de combustibles fósiles y en un 10 % del cambio de usos de suelo (principalmente por deforestación). Siguiendo el actual ritmo de crecimiento en las emisiones, el calentamiento de 1,5 ºC se alcanzaría con una probabilidad del 50 % en nueve años. 

Hay una marcada diferencia entre países en cuanto a las emisiones en 2022. Mientras que las emisiones procedentes de los combustibles fósiles descienden en la Unión Europea (en gran parte, forzadas por las restricciones en el suministro de gas natural) y China (debido a los continuos confinamientos y sus consecuencias en la actividad económica), aumentan en EE UU, India y el resto del mundo. Estas cifras negativas se palían en parte con el dato de que las emisiones procedentes de los combustibles fósiles al menos no crecen actualmente tan deprisa como en la década de los 2000. Por el contrario, las emisiones procedentes de los cambios de uso de suelo muestran una tendencia a la estabilización en las dos últimas décadas, siendo los principales emisores Indonesia, Brasil y la República Democrática del Congo. Las emisiones combinadas de la quema de combustibles fósiles y cambio de uso de suelo, si bien no disminuyen como debieran, permanecen aproximadamente constantes desde 2015, lo que constituye una noticia moderadamente esperanzadora.  

Todos estos datos muestran que estamos muy lejos de cumplir la senda de reducción de emisiones que evitaría sobrepasar el límite crítico de calentamiento global de 1,5 ºC. Además del balance del CO2 descrito en este informe, habría que complementarlo con los datos correspondientes al resto de los gases de efecto invernadero que también contribuyen, aunque en menor medida, al actual cambio climático

ES