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Esteve Fernández

Director de Epidemiología, Prevención y Control del Cáncer del Instituto Catalán de Oncología y director del centro colaborador de la OMS para el control del tabaquismo en el Instituto Catalán de Oncología

Este es un ensayo clínico aleatorizado, en principio bien realizado, que compara tres grupos de tratamiento (un grupo con cigarrillos electrónicos (CE) con nicotina, un grupo con vareniclina más CE sin nicotina, y un grupo control con placebo) para el abandono del consumo de tabaco en fumadores importantes (que fuman mucho y desde hace muchos años) interesados en dejarlo e incluye un apoyo motivacional intensivo. Los resultados muestran que tanto los CE con nicotina como la vareniclina aumentan el abandono en comparación con los CE sin nicotina. Al año de seguimiento, el 28 % de los fumadores que usaron CE con nicotina se mantenían abstinentes, como el 37,9 % de los que usaron vareniclina y el 19,9 % del grupo control.  

Los resultados son relevantes y una lectura simple indica que la vareniclina y CE con nicotina son igualmente eficaces para dejar de fumar. Sin embargo, la relevancia clínica de la eficacia de la vareniclina es muy superior (18 puntos de porcentaje) a la de los CE con nicotina (8,1 puntos de porcentaje), más allá de la significación estadística que muy probablemente no se alcanza por un problema metodológico. El ensayo parece diseñado para comprobar la superioridad en la eficacia de los CE con nicotina o la vareniclina respecto al placebo, no para comparar la equivalencia del tratamiento con EC con nicotina y vareniclina. Para este tipo de comparación de equivalencia se necesita un tamaño muestral mayor. Y estos detalles no están incluidos en el artículo principal, sin que se hayan podido consultar los anexos y materiales suplementarios. 

A pesar de que los resultados son prometedores para el uso en la consulta de deshabituación tabáquica de los CE con nicotina, aunque tengan menor eficacia que la vareniclina, el ensayo presenta otras limitaciones. En primer lugar, el artículo asume que los CE son mucho más seguros que los cigarrillos convencionales, por lo que los autores no consideran la continuidad del uso de CE como una complicación. Un metaanálisis publicado recientemente muestra que, para varios resultados, los CE presentan riesgos de enfermedades indistinguibles de los cigarrillos convencionales y, para otros, aunque más bajos, los riesgos siguen siendo sustanciales. El segundo problema radica la naturaleza de los participantes en el ensayo. Es bien sabido que los participantes en los ensayos difieren en aspectos importantes de los no participantes. Los fumadores que participan en ensayos atendidos en consultas de deshabituación son una minoría autoseleccionada de fumadores que pueden diferir en aspectos importantes de los fumadores que no buscan asistencia profesional. Por lo tanto, estos resultados pueden no ser generalizables a todos los fumadores que dejan de fumar, ya que entre el 65-75 % de los exfumadores lo han dejado sin ayuda profesional.  

El artículo no ofrece suficiente evidencia para incluir en la asistencia sanitaria rutinaria que se ofrezca el CE como terapia para dejar de fumar hasta que las autoridades competentes europeas y españolas lo aprueben como terapia para dejar de fumar. Hasta lo que sabemos, ninguna empresa de CE (la mayoría parte de la industria del tabaco) ha presentado sus productos como intervenciones terapéuticas.  

ES