Un ensayo clínico realizado en Finlandia ha comparado la eficacia que tienen los cigarrillos electrónicos con nicotina y los comprimidos de vareniclina para dejar de fumar. El estudio, que incluyó 458 participantes, no observó diferencias entre ambas estrategias a los seis meses. Sin embargo, al cabo de un año, solo la vareniclina se confirmó claramente más eficaz frente al placebo. Los resultados se publican en la revista JAMA Internal Medicine.
Suelves - vaping dejar de fumar
Josep Maria Suelves
Jefe del Servicio de Prevención y Control del Tabaquismo y de las Lesiones en la Agencia de Salud Pública de Cataluña y vocal de la Junta Directiva del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo
El uso de cigarrillos electrónicos ha estado extendiéndose durante más de una década, especialmente entre jóvenes y adolescentes, causando una notable preocupación entre profesionales e instituciones sanitarias. Aunque se comercializan como productos de consumo, ajenos a los requerimientos de eficacia y seguridad que se aplican a los medicamentos, la industria de los cigarrillos electrónicos promueve la idea de que son útiles para dejar de fumar o para reducir los daños que causa el tabaco.
En el ensayo clínico aleatorizado que acaba de publicar un grupo de investigadores finlandeses liderados por Anna Tuisku, 458 fumadores fueron distribuidos al azar en tres grupos que siguieron tratamiento para dejar de fumar durante 12 semanas: un grupo recibió cigarrillos electrónicos y líquidos de recarga con nicotina además de comprimidos con un placebo, al segundo grupo se le proporcionaron comprimidos de vareniclina (uno de los utilizados para la cesación tabáquica) y cigarrillos electrónicos sin nicotina, y un tercer grupo recibió cigarrillos electrónicos sin nicotina y comprimidos con placebo. Todos los participantes asistieron a ocho visitas individuales con una enfermera siguiendo el modelo de la entrevista motivacional, un tipo de intervención conductual habitual en el tratamiento del tabaquismo. Ni los participantes en el estudio ni sus terapeutas sabían quienes estaban recibiendo cigarrillos electrónicos con nicotina o sin ella, ni quiénes tomaban comprimidos con vareniclina o placebo.
A los seis meses de comenzar el tratamiento, los fumadores a quienes se facilitó el acceso a cigarrillos electrónicos con nicotina mostraban unos niveles de abstinencia del tabaco (al menos 7 días sin fumar) cercanos a los que se registraron entre los tratados con vareniclina y cigarrillos electrónicos sin nicotina. Al cabo de un año, sin embargo, solo las personas tratadas con vareniclina seguían mostrando niveles de abstinencia superiores a los registrados en el grupo control, mientras que el uso de cigarrillos electrónicos con nicotina no había mantenido un efecto favorable estadísticamente significativo.
La duración del tratamiento farmacológico del tabaquismo se limita normalmente a unas pocas semanas o algunos meses. Se ha visto, en cambio, que muchos fumadores que recurren a los cigarrillos electrónicos con la intención de dejar de fumar siguen consumiéndolos después de un año, tanto si se mantienen sin fumar como si han recaído en el uso de tabaco. En el trabajo analizado no se menciona qué porcentaje de fumadores siguió utilizando cigarrillos electrónicos después de las 12 semanas de tratamiento, un dato que sería importante conocer teniendo en cuenta los riesgos de su uso continuado sobre la salud.
De acuerdo con la información proporcionada por los autores, la financiación del estudio no contó con la participación de industria del tabaco o de los cigarrillos electrónicos, un conflicto potencial de intereses que afecta a muchas investigaciones sobre el uso de estos dispositivos. Sin embargo, el ensayo clínico se llevó a cabo gracias a la ayuda económica del laboratorio farmacéutico que comercializaba exclusivamente vareniclina hasta hace pocos años, aunque los autores afirman que el estudio se desarrolló de forma totalmente independiente.
Esteve- vaping dejar de fumar
Esteve Fernández
Director de Epidemiología, Prevención y Control del Cáncer del Instituto Catalán de Oncología y director del centro colaborador de la OMS para el control del tabaquismo en el Instituto Catalán de Oncología
Este es un ensayo clínico aleatorizado, en principio bien realizado, que compara tres grupos de tratamiento (un grupo con cigarrillos electrónicos (CE) con nicotina, un grupo con vareniclina más CE sin nicotina, y un grupo control con placebo) para el abandono del consumo de tabaco en fumadores importantes (que fuman mucho y desde hace muchos años) interesados en dejarlo e incluye un apoyo motivacional intensivo. Los resultados muestran que tanto los CE con nicotina como la vareniclina aumentan el abandono en comparación con los CE sin nicotina. Al año de seguimiento, el 28 % de los fumadores que usaron CE con nicotina se mantenían abstinentes, como el 37,9 % de los que usaron vareniclina y el 19,9 % del grupo control.
Los resultados son relevantes y una lectura simple indica que la vareniclina y CE con nicotina son igualmente eficaces para dejar de fumar. Sin embargo, la relevancia clínica de la eficacia de la vareniclina es muy superior (18 puntos de porcentaje) a la de los CE con nicotina (8,1 puntos de porcentaje), más allá de la significación estadística que muy probablemente no se alcanza por un problema metodológico. El ensayo parece diseñado para comprobar la superioridad en la eficacia de los CE con nicotina o la vareniclina respecto al placebo, no para comparar la equivalencia del tratamiento con EC con nicotina y vareniclina. Para este tipo de comparación de equivalencia se necesita un tamaño muestral mayor. Y estos detalles no están incluidos en el artículo principal, sin que se hayan podido consultar los anexos y materiales suplementarios.
A pesar de que los resultados son prometedores para el uso en la consulta de deshabituación tabáquica de los CE con nicotina, aunque tengan menor eficacia que la vareniclina, el ensayo presenta otras limitaciones. En primer lugar, el artículo asume que los CE son mucho más seguros que los cigarrillos convencionales, por lo que los autores no consideran la continuidad del uso de CE como una complicación. Un metaanálisis publicado recientemente muestra que, para varios resultados, los CE presentan riesgos de enfermedades indistinguibles de los cigarrillos convencionales y, para otros, aunque más bajos, los riesgos siguen siendo sustanciales. El segundo problema radica la naturaleza de los participantes en el ensayo. Es bien sabido que los participantes en los ensayos difieren en aspectos importantes de los no participantes. Los fumadores que participan en ensayos atendidos en consultas de deshabituación son una minoría autoseleccionada de fumadores que pueden diferir en aspectos importantes de los fumadores que no buscan asistencia profesional. Por lo tanto, estos resultados pueden no ser generalizables a todos los fumadores que dejan de fumar, ya que entre el 65-75 % de los exfumadores lo han dejado sin ayuda profesional.
El artículo no ofrece suficiente evidencia para incluir en la asistencia sanitaria rutinaria que se ofrezca el CE como terapia para dejar de fumar hasta que las autoridades competentes europeas y españolas lo aprueben como terapia para dejar de fumar. Hasta lo que sabemos, ninguna empresa de CE (la mayoría parte de la industria del tabaco) ha presentado sus productos como intervenciones terapéuticas.
Esteve Fernández es catedrático de Salud Pública de la Universidad de Barcelona y Jefe de la Unidad de Control del Tabaco/Centro Colaborador de la OMS para el Control del Tabaco del Institut Català d’Oncologia. No recibe remuneración ni ayudas de la industria del tabaco ni de los cigarrillos electrónicos, ni de compañías farmacéuticas o tecnológicas en relación con el uso o la deshabituación tabáquica.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Aleatorizado
- Ensayo clínico
- Humanos
Tuisku et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Aleatorizado
- Ensayo clínico
- Humanos