Eva Villaver
Investigadora del departamento de Astrofísica del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC)
La imagen romántica del astrónomo en soledad mirando por el ocular de un pequeño telescopio escudriñando los misterios del cielo ha pasado a la historia de la profesión. Hoy en día apenas tocamos los telescopios; o son muy grandes o están en el espacio. Tampoco trabajamos solos. Mas de 20.000 personas de todo el mundo han estado involucradas en el proyecto de desplegar el telescopio Webb a un millón y medio de kilómetros de distancia. Equipos grandes e internacionales con mucha financiación pública son los que pueden construir las infraestructuras necesarias para dar respuesta a las grandes preguntas: ¿De qué están hechos los planetas? ¿Cómo se construyen las galaxias? ¿Qué es lo más lejano que podemos observar? ¿Cómo salió el universo de la edad oscura para formar las primeras estrellas y galaxias?
Son muchos los años que se ponen en el estudio y diseño de un telescopio como JWST. Y es, en mi opinión, todo un acto de generosidad para las generaciones futuras y para el resto de la humanidad. La gente que empieza con la búsqueda de financiación de una infraestructura de estas características y con el diseño del experimento científico no es en muchos casos la que después va a trabajar con los primeros datos. Se empieza hoy y se ve la primera luz tomada por el telescopio al menos 20 años después.
El telescopio infrarrojo más potente construido jamás funciona bien, mejor de lo especificado para su construcción y en medio año de operaciones los datos tomados con JWST ya han empezado a sacudir los cimientos de lo que conocíamos. Nos muestran lo que hasta ahora no podíamos ver y, en muchos casos, no es lo que esperábamos. Así es la ciencia. En apenas seis meses ya ha encontrado las galaxias más lejanas, observado la pluma de impacto generada por un artefacto humano para desviar un asteroide o desvelado el perfil molecular y químico de la atmósfera de un planeta extrasolar. Me fascina por ejemplo pensar que JWST va a revolucionar nuestro conocimiento de un campo de estudio: los planetas extrasolares y sus atmósferas, lo que ni siquiera existía cuando fue concebido en papel.