Autor/es reacciones

Fernando Pinto Hernández

Profesor de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC)

Este estudio representa una de las aproximaciones más ambiciosas y sólidas hasta la fecha para analizar las desigualdades salariales entre inmigrantes y nativos en países desarrollados. Se basa en microdatos administrativos de alta calidad que vinculan empleador y empleado para 13,5 millones de trabajadores en nueve países, incluidos Canadá, Estados Unidos, España y varias economías europeas. La metodología (regresiones por país combinadas con metaanálisis) es estadísticamente robusta y permite distinguir entre dos causas fundamentales de la brecha: la discriminación dentro del mismo trabajo (within-job inequality) y la segregación en el acceso a trabajos mejor pagados (between-job sorting). El hallazgo central es que tres cuartas partes de la brecha salarial se deben a esta última, lo que es coherente con la literatura previa, pero su cuantificación comparada y sistemática es una auténtica novedad del artículo. 

Ahora bien, conviene advertir que, aunque el diseño es riguroso, existen algunas limitaciones: en países como España, los datos disponibles no permiten distinguir entre inmigrantes de primera y segunda generación, lo que impide estudiar adecuadamente la movilidad intergeneracional. Además, las diferencias dentro del mismo puesto no se explican en su totalidad, por lo que es posible que factores no observables como redes informales o sesgos institucionales también estén influyendo. 

El caso español es especialmente preocupante. España presenta la brecha salarial global más alta de todo el estudio (29,3 %), y una de las más elevadas incluso a igual ocupación y empleador (7 %). Esto pone de relieve la existencia de obstáculos estructurales a la integración laboral, incluso para trabajadores que ya han accedido al mercado formal. La política pública en España debería enfocarse en: (i) mejorar el reconocimiento efectivo de titulaciones extranjeras; (ii) reforzar programas de recualificación y acceso a redes laborales; (iii) evaluar posibles sesgos en los procesos de contratación y ascenso en empresas grandes y medianas; y (iv) adaptar las políticas activas de empleo a la diversidad de trayectorias migratorias. Ignorar estos mecanismos perpetúa desigualdades y desperdicia talento cualificado.  

ES