Fernando Valladares
Doctor en Biología, investigador del CSIC y profesor asociado en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid
El fondo de pérdidas y daños representa un ejemplo muy claro del fracaso y la hipocresía que suponen cada vez más las cumbres del clima. La COP27 quiere ponerse contenta por haber conseguido un avance pírrico, insuficiente y todavía sin concretar al respecto de los mecanismos financieros para ayudar a los países más vulnerables y para ayudar con los daños y las pérdidas ocasionadas por el cambio climático. Esto en realidad no hace más que apuntar con tremenda crudeza la incapacidad de la COP27 para abordar el origen del problema del cambio climático, que no es otro que los combustibles fósiles, que siguen contando con subsidios estatales que no han sido abordados ni cuestionados, que siguen contando con la presión de 636 grupos de petroleras y de más compañías a las que les interesa que el negocio de los combustibles fósiles continúe como siempre.
El haberse centrado en los síntomas refleja la incapacidad global para enfrentarse a la terrible realidad de que dependemos en un 80 % de los combustibles fósiles para producir nuestra energía. Los grandes países no han dado pasos, la Unión Europea ha hecho propuestas muy insuficientes, y centrase precisamente en los daños y en las pérdidas, cuando deberíamos centrarnos en que no ocurran más daños y pérdidas, refleja el grado de incompetencia de los reunidos, el grado de cobardía política, el grado de presión que ejercen los grupos de interés, y refleja una vez más la gran separación que hay entre las cumbres del clima y la urgencia de abordar el cambio climático. Cada día que pasa la distancia entre la teoría y la práctica se hace más grande, algunos países lo sufren más que otros, pero, en el fondo, lo estamos sufriendo todos.