Graciela Gómez Nicola
Profesora titular del departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución (Zoología) de la Universidad Complutense de Madrid
En comparación con otros tipos de contaminación, como la acústica o la química, la contaminación lumínica es particularmente dañina para los animales porque altera sus ritmos biológicos. Casi la cuarta parte de la superficie de la Tierra está afectada por este tipo de contaminación; sin embargo, los estudios científicos sobre sus efectos en la fauna son relativamente recientes. Pease y Gilbert presentan un estudio muy riguroso que supone un avance significativo en la comprensión de cómo afecta el exceso de luz artificial durante la noche al comportamiento vocal de las aves a nivel global. El uso de tecnologías emergentes como sensores acústicos y algoritmos de aprendizaje automático, unido a la colaboración de voluntarios en la obtención de la información, han permitido recopilar un volumen de datos sin precedentes, alrededor de 60 millones de detecciones de 583 especies de aves diurnas en más de 7.800 localizaciones a nivel mundial.
El análisis de esta robusta base de datos ha demostrado que este tipo de contaminación prolonga, en promedio, los cantos de las aves en casi una hora, especialmente por la noche. Además, el efecto es más acusado en especies con ojos más grandes, nidos más abiertos o hábitos migratorios, así como en época de reproducción. Sin duda son hallazgos muy llamativos y novedosos, pero también dejan muchas preguntas por resolver, por ejemplo, qué consecuencias positivas, negativas o neutras tienen estos cambios en la capacidad de las especies para sobrevivir y reproducirse en sus ambientes respectivos.