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José Julián Escario Gracia

Profesor titular en la facultad de Empresa y Gestión Pública de Huesca de la Universidad de Zaragoza

El último informe sobre residuos electrónicos, titulado ‘Global E-waste Monitor 2024’, proporciona una foto realista de la situación del problema de los residuos electrónicos a nivel mundial. Aunque los últimos aparatos eléctricos y electrónicos pueden contribuir al abandono de los combustibles fósiles que provocan el cambio climático, los residuos que generan constituyen un gran desafío medioambiental. 

Este estudio proporciona información internacionalmente comparable, al utilizar criterios homogéneos de medición en todos los países. De acuerdo con dicho informe, en 2022 se generaron 62 millones de toneladas de residuos electrónicos en todo el mundo (7,8 kg por persona y año) y se recogieron y reciclaron de forma adecuada únicamente 13,8 millones de toneladas, esto es, en torno al 22,3 %. También resulta preocupante la evolución temporal, así, desde 2010 los residuos electrónicos generados han aumentado anualmente en 2,3 millones de toneladas por año y el reciclaje en 0,5 millones de toneladas. Así pues, la generación de residuos electrónicos aumenta anualmente casi cinco veces más de lo que lo hace su reciclaje. En Europa, la generación de este tipo de residuos por persona y año es más del doble que a nivel mundial, llegando a ser de 17,6 kg, y su tasa de reciclaje se sitúa en el 42,8 %. Por su parte, aunque España no está entre los cinco países europeos con más residuos, supera la media de Europa generando cerca de 20 kg por persona y año. 

En el informe se urge a elevar la tasa de reciclaje al 60 % en 2030. Para ello, los países más desarrollados deberían alcanzar la tasa del 85 %. Se estima que el cumplimiento de dicho objetivo supondría un efecto neto positivo de 38 millones de dólares, la mayoría provenientes de reducir las externalidades a largo plazo como el cambio climático y los impactos de las sustancias tóxicas en la salud. 

En principio los objetivos planteados pueden resultar relativamente ambiciosos, puesto que exigen bastante compromiso por parte de todos los agentes implicados. En este sentido, dado que las medidas suelen ser costosas, sobre todo a corto plazo, y los beneficios se materializan más a largo plazo, los gobiernos pueden ir posponiendo algunas de las medidas por cuestiones presupuestarias. Además, pueden verse presionados por las grandes empresas para que les den más tiempo antes de acometer las inversiones necesarias para cumplir con los objetivos planteados.  

Se requiere fundamentalmente una gran implicación y colaboración por parte de todos los sectores de la sociedad. En primer lugar, muchos países deberían regular la recogida y reciclaje de residuos electrónicos; únicamente 81 países (42 % de todos los países) tienen alguna regulación en este sentido. Además, muchas de estas regulaciones deberían ser más exigentes. Se deberían potenciar los recursos para incrementar la adecuada recolección selectiva de residuos y lograr una mayor concienciación de la sociedad para que se implique en mayor medida en una adecuada separación de los residuos y basuras. 

ES