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José Miguel Viñas

Meteorólogo de Meteored en www.tiempo.com y consultor de la OMM (España)

La magnitud y frecuencia de las anomalías cálidas que se están produciendo a escala global este año, tanto en el aire de la baja atmósfera como en el agua de la superficie de los océanos, así como algunos patrones meteorológicos anómalos observados, están llamando la atención de los especialistas del clima. Los domos de calor extremo que se han producido en diferentes regiones de la Tierra, como Norteamérica, el sur de Europa o el noroeste de China han provocado unos registros de temperatura extraordinarios, batiéndose nuevamente récords de calor. Parece claro que dicha circunstancia no puede desvincularse del calentamiento global, pero para demostrarlo se requiere de un estudio de atribución, como el que oportunamente acaba de dar a conocer la WWA (World Weather Attribution). 

El objetivo que persiguen este tipo de estudios es la vinculación directa de un determinado fenómeno meteorológico extremo (o un conjunto de ellos, como los domos de calor de este mes de julio) y el cambio climático. Además, tienen el valor añadido de poderse llevarse a cabo con rapidez, proporcionando los resultados apenas unos pocos días después de acontecer el extremo climático. Este último estudio de atribución de la WWA ha demostrado que sin el calentamiento global de origen principalmente antropogénico hubiera sido muy poco probable (extremadamente raro en el caso de China y virtualmente imposible en los casos de EEUU/México y el sur de Europa) que se hubieran producido esos domos de calor extremo simultáneos en las regiones terrestres apuntadas con la magnitud que han alcanzado, dando lugar a esos picos de calor tan extremo.  

Paralelamente a la aparición de este estudio de atribución, empieza a cobrar fuerza entre la comunidad científica la hipótesis de que la extraordinaria cantidad de vapor de agua que la violenta erupción del volcán submarino Hunga Tonga –ocurrida en el océano Pacífico el 14 de enero de 2022– lanzó hasta la estratosfera (alcanzando incluso la mesosfera) podría explicar, al menos en parte, las grandes anomalías cálidas que estamos teniendo lo que llevamos de año y que están dejando cortas a las proyecciones que se hicieron el año pasado. Además, se espera que a medida que gane en intensidad el evento de El Niño que comenzó a finales de la primavera, también contribuya al aumento de la temperatura global. 

ES