Autor/es reacciones

Julia Rey Brandariz

Profesora interina en el Área de Medicina Preventiva y Salud Pública

Alberto Ruano Raviña

Catedrático del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública

El estudio presenta limitaciones importantes:  

  • Una limitación muy importante en este estudio es el enmascaramiento. El personal de enfermería se encarga de aplicar la intervención y de valorar los resultados, y no es ciego en relación con el grupo al que pertenecen los participantes. Debería haberlo sido para asegurar que la intervención y el seguimiento fueran exactamente iguales entre los grupos. En este estudio, el personal de enfermería sabe a qué paciente está siguiendo telefónicamente (si el participante recibe e-cigarros o un tratamiento estándar), y por tanto puede modular la intervención.  
  • La intervención no es estrictamente comparable entre grupos y no está registrada en detalle. Al grupo de comparación se le dan 50 euros para gastar en lo que quieran, pero no se sabe si lo han gastado en tratamientos de deshabituación. Además, la intervención complementaria con parches de nicotina parece no estar registrada; así no queda claro cuántas personas, tanto en el grupo intervención como en el grupo control, han utilizado parches de nicotina, de qué tipo y durante cuánto tiempo.  
  • Hubiese sido interesante tener un grupo comparación con tratamiento farmacológico.  
  • No se ha registrado qué dispositivo de nicotina han elegido los sujetos del grupo de intervención. Es decir, podría darse el caso de que estén recibiendo más nicotina en e-cigarros que con el cigarrillo convencional que consumían antes de la intervención. Este es un dato clave que desconocemos.  
  • En la valoración del resultado principal hay muchas pérdidas, entendidas como la falta de verificación bioquímica de la abstinencia. Esto hace dudar de la validez de los resultados, pues desconocemos las causas de estas pérdidas.  

Hay un 12 % de diferencia en cuanto a permanencia de abstinencia favorable al e-cigarro. Esta magnitud es relativamente pequeña y no sabemos si se debe a esa posible mayor adicción en unos frente a otros. Esto además se contrapesa con los mayores efectos adversos en el grupo de intervención.  

Es muy llamativo que se diga que el estudio, que ha finalizado el trabajo de campo en 2021, solo dé resultados a seis meses, cuando se indica que el seguimiento sería a mucho más largo plazo. Sin embargo, no se da nada de esta información, cuando los datos deberían ya estar disponibles, pues como mínimo han pasado dos años para todos los participantes. Deberían indicarse las razones de esta omisión de información.   

También hay cuestiones relacionadas con los sujetos incluidos. Son fumadores relativamente jóvenes (solo el 25% son mayores de 50 años), tienen una adicción limitada (escala Fagerstrom 4 sobre 10), y un nivel educativo elevado. Esto no representa al fumador estándar, que fuma mucho más, tiene mayor adicción y un nivel educativo no tan alto.  

En conclusión, si bien apunta a que los e-cigarros pueden ser beneficiosos para dejar de fumar, este estudio tiene varias limitaciones y sus resultados se deben tomar con cautela.  

ES