Alberto Ortiz Lobo
Doctor en Medicina y psiquiatra del Hospital de Día Carlos III - Hospital Universitario La Paz (Madrid)
El estudio pretende medir el riesgo de ser diagnosticado de un trastorno mental cuando hay uno o más compañeros de clase (en lo que correspondería con primero de bachillerato en España) que ya están diagnosticados. Se trata de una investigación poblacional ambiciosa y bien diseñada que recoge datos de más de 700.000 ciudadanos a lo largo de 18 años y hasta 2019. Los resultados son significativos, aunque las tasas de riesgo son bajas, y los explican por un aumento de la conciencia del malestar en los adolescentes que ya estaban sufriendo sin ser diagnosticados, por la influencia ambiental en los más susceptibles o por el ‘contagio emocional’ que se pueda producir en relaciones estrechas.
La influencia del contexto social en la expresión del sufrimiento mental es un aspecto especialmente importante en la adolescencia, cuando las identificaciones y diferencias con las personas del entorno son clave en el desarrollo personal de los jóvenes. Esta investigación lo pone de relieve en el caso de los compañeros de clase y justo acaba en 2019, antes del confinamiento por la pandemia de covid-19 y de la popularización de algunas redes como TikTok. Desde entonces y en el marco de estos cambios sociales, los adolescentes dan testimonio de su malestar mediante conductas que se adscriben con más facilidad como ‘trastornos mentales’, un asunto que nos tiene que hacer pensar en qué medidas educativas, familiares y ambientales podemos tomar, más allá de las puramente psicológicas o psiquiátricas.