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Lucía Gallego Andrés

Profesora Titular de Microbiología Médica e investigadora de facultad de Medicina y Enfermería de la Universidad del País Vasco UPV/EHU

El estudio de García Menéndez et al refleja de manera muy clara, y utilizando una metodología de detección genética, la alta presencia de bacterias multirresistentes a los antibióticos en la carne que consumimos habitualmente. Estos hallazgos coinciden con muchas evidencias científicas que alertan de que la utilización inapropiada de antibióticos en alimentación animal supone un riesgo muy importante para la salud humana ya que selecciona bacterias resistentes que producen infecciones difíciles o imposible de tratar. 

Sin embargo, para conocer la implicación real del problema sería necesario conocer la epidemiología local de esos aislamientos resistentes y genes de resistencia y su presencia en infecciones de pacientes locales. También habría sido interesante saber si esos genes están en estructuras móviles como plásmidos que facilitan la diseminación de estos genes tanto intra como interespecies, lo que agrava aún más el problema. 

Finalmente, destacar que las soluciones a este problema no son desconocidas y no son precisamente la utilización de vacunas que, si bien son una ayuda, no es, a día de hoy, una solución a nuestro alcance dada la cantidad de aislamientos diferentes, con serotipos diferentes y con una alta variedad antigénica. La clave para controlar este problema empieza por un uso apropiado de antibióticos, solo cuando se necesitan y no como prevención para paliar los efectos de la manera industrializada e inadecuada (animales en muy poco espacio, condiciones insanas, etc.) en la que se producen los alimentos que consumimos. La salud humana está estrechamente ligada a la salud animal y medioambiental, lo que se conoce como concepto One Health, por lo que los graves problemas que ocasionan las infecciones resistentes deben ser abordados a todos estos niveles.

ES