Antonio Cano
Profesor titular de Obstetricia y Ginecología en el Departamento de Pediatría, Obstetricia y Ginecología
Se trata de una revisión que pone al día los determinantes biológicos, el impacto sintomático y las amenazas para la salud de la menopausia. La calidad del estudio es alta, pues actualiza la evidencia científica sobre un fenómeno universal para la mujer, con variantes que incluyen la insuficiencia ovárica primaria, también denominada menopausia precoz, y la menopausia quirúrgica.
Como rasgos a destacar, el artículo llama la atención sobre la prevalencia del fenómeno, que se produce a una edad temprana si se considera lo que es la expectativa de vida actual de la mujer a nivel global, no solo en las sociedades de países desarrollados.
El fundamento biológico es la programación del ovario para cesar su actividad hormonal en un momento que ahora, no en el pasado cuando la expectativa de vida era más corta, es el centro de la vida. La pérdida brusca de la hormona ovárica principal, los estrógenos, tiene una serie de implicaciones sobre distintos órganos y sistemas, ya que hay receptores de estrógenos distribuidos en la mayoría de los tejidos del cuerpo. Por tanto, además de síntomas genitales, esencialmente la atrofia de la mucosas vaginal y en parte del epitelio vulvar, hay efectos óseos (osteoporosis postmenopáusica), cardiovasculares (aceleración de arteriosclerosis, con impacto en enfermedad cardíaca coronaria e ictus, y los muy frecuentes síntomas vasomotores, los denominados sofocos), cerebrales (brain fog, alteraciones del estado de ánimo), alteraciones del sueño, cambios en el peso y la estructura corporal, etc., lo que supone un deterioro en la calidad de vida de muchas mujeres.
Este conjunto de síntomas y cambios biológicos no ocurren en todas las mujeres y, cuando es el caso, no lo hacen en la misma magnitud, pero conforman una entidad que ha sido poco atendida, de forma que se desconoce aún una buena parte de la fisiopatología. Todo esto está bien descrito y apoyado por la evidencia científica actual en el artículo de Susan Davis y colegas.
Es una puesta a punto excelente, por lo que la evidencia más reciente está reflejada en cada sección. Los autores, los profesores Davis, Pinkerton, Santoro y Simoncini están en la primera línea a escala mundial. Han sabido hacer un análisis ponderado de muchos temas que han sido tratados con mucha confusión durante años, en buena medida porque se ha interpretado mal la evidencia por muchos médicos, y por la falta de formación de los mismos, particularmente de los especialistas en ginecología o endocrinología. Los especialistas en formación tocan muy de pasada estos asuntos y carecen de formación sólida al respecto, lo que tiene un impacto negativo en la atención que se da a las pacientes. Esto constituye en la actualidad un tema prioritario en sociedades científicas, como la European Menopause and Andropause Society (EMAS). Como factor de confusión frecuente en estas apreciaciones está el efecto de la edad, que se sobrepone al propiamente hormonal.
Es un tema práctico de atención universal en el campo de salud de la mujer. Debe ser de lectura obligada para los profesionales de la salud con práctica clínica. Hay una amplia disponibilidad de soluciones que pasan por hábitos de vida saludables o, si se precisa, fármacos, donde destaca la terapia hormonal, u otros fármacos mencionados en el artículo, como los moduladores selectivos de receptores de estrógenos, terapias alternativas complementarias como la terapia conductual cognitiva, o psicofármacos, tipo inhibidores selectivos de recaptación de serotonina.
Es de destacar la reciente aparición de los antagonistas de receptores de neurokinina, que constituyen una terapia específica no hormonal para los síntomas vasomotores. El fezolinetant, primer fármaco comercializado en este campo, constituye una novedad terapéutica, por su eficacia, incluso en áreas distintas a los sofocos, como sueño o calidad de vida, y por constituir el primer fármaco comercializado de un grupo terapéutico nuevo. Es de particular interés para mujeres que no pueden tomar terapia hormonal, como supervivientes de cáncer de mama, o que no desean hacerlo, por rechazar la opción de uso de las mismas, o por los efectos adversos tipo sangrado, u otros.