El informe de IPBES es la revisión más exhaustiva sobre el fenómeno de las invasiones biológicas realizado hasta la fecha, fruto del trabajo colectivo de investigadoras e investigadores de todo el mundo. El enorme grupo y su esfuerzo ha permitido romper las barreras (de territorios, de grupos de especies, de impactos) que tenían trabajos anteriores. Cabe destacar el énfasis del informe en la acción, en señalar que las invasiones no son algo que vaya a ocurrir inevitablemente, sino que podemos hacer cosas para que no se den y que, una vez que ya se han iniciado, podemos tenemos también opciones para revertirlas o amortiguarlas. Por último, el informe añade una perspectiva social que, quizás, no había tenido la relevancia necesaria en trabajos previos, más centrados en aspectos puramente biológicos.
En general, el escenario que expone esta revisión está en línea con los resultados de los trabajos científicos desarrollados hasta ahora. Las invasiones son muy dependientes (en su desarrollo e impactos) de muchos factores, desde climáticos hasta biológicos y sociales, por lo que no es de extrañar que pueda haber estudios con resultados contradictorios. Ahí es donde radica el valor principal del informe, al analizar una cantidad ingente de información para detectar patrones generales.
El informe pone de manifiesto los enormes sesgos espaciales en la disponibilidad de la información. Casi toda la información que se maneja viene de Norteamérica o Europa. No es solo un problema de la ciencia de las invasiones biológicas, sino de casi todo el conocimiento científico, que tiende a producirse en territorios muy concretos. También me parece subestimado el número que se da de extinciones locales. Solo en la península ibérica y solo con peces de río es posible que se hayan dado varias decenas de estas extinciones locales.
He echado de menos en el resumen (seguramente también en el informe) que IPBES sea explícito al considerar las corrientes filosóficas/políticas derivadas del animalismo, que se están imponiendo en muchos lugares del mundo y pueden generar un obstáculo insalvable para la gestión de invasiones. El resumen menciona brevemente aspectos éticos, en relación con el control letal, poniendo de ejemplo la población invasora de hipopótamos en Colombia (valdría igual el ejemplo de las cotorras en Madrid o Sevilla). Pero creo que no acierta a darle al problema la magnitud que realmente tiene. El animalismo se preocupa por el bienestar de los animales, de cada uno de los individuos, independientemente de la especie a la que pertenezcan (por eso se autodenomina antiespecista). Ese marco filosófico es completamente incompatible con la gestión de las invasiones y está tomando fuerza a gran velocidad en gobiernos de todo el mundo (España y Portugal son dos claros ejemplos).