¿Cuántos animales abandonados hay en España?
Los datos más recientes sobre abandono animal, de 2023, proceden del Estudio Él nunca lo haría, que elabora cada año la fundación Affinity. “Es el único país de Europa que tiene un estudio así”, señala al SMC España Paula Calvo, doctora en Antrozoología, licenciada en Bioquímica y etóloga por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Según este informe, el número de abandonos lleva cuatro años relativamente estabilizado. Solo entre perros y gatos, en 2023 se rescataron más de 286.000 animales, 170.712 perros y 115.970 gatos. Para poner estos datos en contexto, el mismo informe estima que en España hay unos 6,5 millones de perros y 4,7 millones de gatos de familia.
Pero estos resultados deben tratarse con cautela, ya que en España no hay un control oficial de animales abandonados. La mayoría de los estudios utilizan estimaciones a partir de los datos que facilitan una serie de protectoras. Estos informes no tienen en cuenta los animales que no llegan a los centros de acogida, como pueden ser las colonias de gatos callejeros.
María Luisa Fernández de Miguel, veterinaria clínica de animales de compañía y presidenta del Colegio de Veterinarios de Tenerife, destaca al SMC España: “En los gatos hay mucho más desconocimiento de cómo está en realidad la situación”.
¿A quiénes afecta?
Al animal
“Para poder tener una vida larga y feliz”, explica Calvo, “los animales domésticos necesitan estar en familia, ni siquiera en un refugio”. La etóloga considera que la falta de financiación y personal son habituales en las protectoras y eso afecta a los animales. “Un perro, si hay suerte, sale 20 minutos al día a un patio”, señala.
“Todo animal merece una vida digna y abandonar a un animal criado en cautividad puede ser una condena”, señala al SMC España Alberto Maceda, doctor en Biología y profesor investigador en el departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Barcelona. "El abandono de mascotas es un problema ético”, añade.
A la salud pública
Como señala Fernández de Miguel, la salud de estos animales también influye en la salud de las personas. “Está todo interrelacionado”, explica la veterinaria, “es lo que se llama one health, una sola salud”.
Por eso, la experta considera que controlar a los animales es una cuestión de salud pública. “Minimizamos el riesgo de que las personas se contagien”, aclara. Como ejemplo, Fernández destaca enfermedades como la leptospirosis, la leishmaniosis, la dirofilariosis, la toxoplasmosis o la enfermedad de Lyme.
Además, como señala Calvo, los animales abandonados pueden producir accidentes y mordeduras, lo que supone un problema para la seguridad de las personas.
Al bolsillo
“Que un animal grande abandonado a su suerte en una carretera cause accidentes de tráfico”, señala Maceda, “también es costoso”. Todas las fuentes coinciden en que el abandono animal sale caro. Más allá del coste sanitario y administrativo que supone la gestión de los animales callejeros, el abandono animal puede repercutir en otros intereses humanos. Maceda Veiga pone como ejemplo las cosechas, que se pueden ver afectadas.
Al patrimonio natural
El abandono de animales tiene un impacto ecológico. “Si son animales exóticos, pueden convertirse en invasores (cotorras, tortugas, mapaches, etc.)”, explica al SMC España Martina Carrete, profesora en el área de Ecología del departamento de Sistemas físicos, químicos y naturales de la Universidad Pablo de Olavide.
Según Maceda, algunas especies autóctonas podrían llegar a desaparecer si no se controla la expansión de esas poblaciones asilvestradas, lo que, a juicio del biólogo, supondría perder un patrimonio natural de valor incalculable. “Nadie pone en duda que hay que conservar la catedral de Barcelona o el David de Miguel Ángel”, opina el investigador. “Son millones de años de evolución biológica, que se pueden perder por estos animales asilvestrados”.
¿Ha cambiado algo la nueva ley de bienestar animal?
María González Lacabex, coordinadora del Grupo de Estudio de Derecho Animal del Ilustre Colegio de la Abogacía de Bizkaia, considera que la nueva ley de protección de los derechos y el bienestar de los animales "no supone gran novedad” con respecto a lo que ya estaba vigente en relación al abandono. En declaraciones al SMC España, la abogada destaca que viene a recoger y unificar lo que ya estaba dispuesto a nivel autonómico, pero “sentando unos mínimos", aclara. Aunque Fernández de Miguel cree que la ley estructura mejor el caso de las colonias felinas. “Antes no tenían ningún tipo de estructura administrativa por detrás”, explica.
Entre esos mínimos está la definición de “animal abandonado”, que pasa a tener un sentido más amplio, incluyendo los animales que “permanezcan atados o en el interior de un recinto o finca sin ser atendidos en sus necesidades básicas”. Además, la ley clarifica en qué condiciones está permitido el sacrificio animal e impone sanciones en todo el territorio español cuando su uso no esté justificado, explica González Lacabex.
¿Qué sigue fallando?
La ley estatal
La nueva ley estatal no ampara a los animales que realicen “actividades profesionales o específicas”, que pueden incluir, desde la guarda de ganado o la caza, hasta los deportes reconocidos por el Consejo Superior de Deportes o los perros rescate.
Aunque la propia ley aclara que estos animales seguirán protegidos por “la normativa europea, estatal y autonómica que les sea de aplicación”, González Lacabex considera que esta exclusión sienta un precedente peligroso y no está justificada, ya que, en estas actividades, los animales pueden poner en riesgo su integridad e incluso su vida.
Los animales exóticos
Las razones para el abandono de especies exóticas varían. “Las tortugas de Florida son el ejemplo más típico”, explica Maceda, “los animales crecen y no siempre se está dispuesto a asumir la responsabilidad que conllevan”.
Como escribe el experto en este artículo de The Conversation, “uno de los problemas más graves del comercio legal de mascotas exóticas es el riesgo de causar invasiones biológicas”. Por eso la legislación estatal y comunitaria lo regula con listas negras que prohíben la tenencia, comercialización, transporte y liberación de algunas especies. Maceda considera que es una medida adecuada, aunque cree que sería mejor regular las características de los animales permitidos para reducir el riesgo de abandono.
Otra opción que se baraja es la prohibición absoluta, una medida que Maceda considera utópica. “Queda muy bien en el papel, pero no podemos poner a un policía detrás de cada persona”, opina el investigador. “Cuando hay un hábito bien instaurado lo que hacemos es promover el mercado negro”, añade.
Las colonias de gatos
“Una colonia de gatos se gestiona éticamente aplicando el protocolo CER”, señala Calvo. Se refiere al protocolo de Captura, Esterilización y Retorno que establece la nueva ley. “Sabemos que cuando hay una gestión ética de las colonias”, explica la etóloga, “los gatos van muriendo poco a poco de viejitos”.
“Lo que no se puede es tener colonias sin control”, insiste Fernández de Miguel. Esta gestión, que es responsabilidad de los ayuntamientos, a veces la realizan gestoras de colonias. En el caso de Esplugues de Llobregat (Barcelona), el ayuntamiento ha optado por el traslado de una colonia de gatos para evitar problemas de salubridad en un parque infantil. ”Ese nicho ecológico es ideal para que vivan gatos. Si sacas un grupo de gatos, viene otro”, critica Calvo.
Por su parte, el 13 de junio de 2024, el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 aprobó casi dos millones de euros en subvenciones para la gestión del abandono animal. De esa cantidad, 1.200.000 euros son ayudas dirigidas al control de las colonias felinas. “Estamos hablando de mucho dinero para que se hagan bien las cosas”, señala Calvo. ”Ahora es voluntad política de los ayuntamientos”, añade.
La sensación de impunidad
En Cataluña, la identificación de perros, gatos y hurones es obligatoria desde 2008, pero Calvo considera que la norma nunca se ha llegado a aplicar de manera eficaz. “La sanción puede ser alta, sobre todo en situaciones de mucho riesgo”, reconoce la experta, “pero aquí todo el mundo tiene una sensación de impunidad brutal”, opina.
Según la etóloga, el problema está en la falta de control. Por eso, Calvo cree que se deberían plantear medidas disuasorias más contundentes, como poner agentes en los parques controlando que los animales lleven microchip o instar a los veterinarios a denunciar en cuanto vean un animal sin identificar.
“La identificación es el factor clave, porque te obliga a ser responsable”, explica Fernández de Miguel. “Si tienen microchip se pueden devolver a sus propietarios”, aclara. Los datos lo avalan: según el último informe de la fundación Affinity, la mayoría de los perros sin microchip acaba en las protectoras.
Según Calvo, el problema es mayor en el caso de los gatos. El informe estima que solo un 4 % de los gatos que llegan a las protectoras tiene chip. Fernández de Miguel considera que las diferencias entre perros y gatos son una cuestión cultural. “La persona que tiene un gato en su casa parece que tiene asumido que, como el gato no va a salir, no tiene por qué estar identificado”, razona.
La veterinaria cree que las medidas están funcionando. “En los perros se ha ganado muchísimo gracias a la identificación”, señala. “Yo creo que cada vez hay más responsabilidad”, opina, “vamos a mejor, pero muy despacio”.
¿Qué se puede hacer a nivel individual?
“Cuando encontramos un animal en situación de riesgo, abandonado, el responsable directo es el ayuntamiento”, aclara Calvo. “La policía local es la que activa los protocolos en una situación de maltrato o abandono”. Por eso, González Lacabex recomienda dar aviso a la policía a través del 112, para que se persone una patrulla en el lugar y compruebe la situación del animal.
“Si es hallado vagando solo por la vía pública, el servicio municipal de recogida de animales deberá llevarlo al centro dispuesto por el ayuntamiento para ello”, explica. Allí se intentará localizar al propietario. “Si no se puede, se intentará dar el animal en adopción”, aclara Fernández de Miguel.
El proceso es el mismo para gatos y animales exóticos, aunque “no en todos los municipios”, puntualiza la veterinaria, “pero hay centros de recogida de fauna –autóctona y no autóctona– en todas las comunidades autónomas”.
Para las sospechas de maltrato, se facilitarán todas las pruebas y los agentes deberán acudir en persona para realizar un informe. “También se puede acudir directamente a comisaría a denunciar, presentar una denuncia en el registro del ayuntamiento o, en los casos más graves, en el juzgado de guardia”, aclara la experta en Derecho animal. “En función de la gravedad del caso, se iniciará un expediente administrativo o un procedimiento penal por presunto delito”, añade.