Pablo Fernández Navarro
Investigador científico de la Unidad de Epidemiología del Cáncer y Ambiental del Centro Nacional de Epidemiología, Instituto de Salud Carlos III, miembro de CIBERESP y cocoordinador del Subprograma de Vigilancia epidemiológica del Cáncer – VICA del CIBERESP
El cáncer colorrectal (CCR) es el tercer tipo de cáncer más frecuente en todo el mundo (se diagnosticaron más de 1,9 millones de casos en 2022) y es la segunda causa más común de muerte por cáncer (provocando más de 900.000 muertes al año), a pesar de que existen técnicas de cribado eficaces que podrían reducir el número de muertes por esta enfermedad. Monitorizar la situación de este cáncer es, por tanto, crucial para poder controlar el impacto que tiene esta enfermedad en la población.
En estudios previos ya se había observado que la incidencia de este cáncer estaba aumentando entre los adultos jóvenes (<50 años) en varios países de ingresos altos (EE.UU, Canadá, Australia…) (1%–4% por año), y que presentaba tendencias heterogéneas en Europa. El trabajo de Hyuna Sung, et al., que es un estudio bien elaborado, presenta una visión en muchos casos más actualizada y contempla un gran abanico de regiones del mundo, lo que permite comparar de forma más sencilla distintos tipos de situaciones y generar hipótesis sobre las causas que puedan estar explicando las tendencias observadas.
En este sentido, el CCR en adultos jóvenes se debe en parte a síndromes de cáncer hereditarios, pero la mayoría de los casos son esporádicos. Se desconocen actualmente las posibles razones de los aumentos de la incidencia que se observan en este grupo, que podrían estar relacionadas con la creciente prevalencia de la obesidad, la falta de ejercicio y factores dietéticos como el alcohol y la carne procesada. Además, dado que la urbanización y la contaminación también se han asociado al aumento general de la incidencia, estos factores podrían estar jugando algún papel en las tendencias en adultos jóvenes. El estudio de la epidemiología del CCR puede tener muchas implicaciones prácticas, como por ejemplo el establecimiento de la edad de inicio del cribado. En este sentido, los hallazgos en EE.UU apoyaron a la Sociedad Americana del Cáncer para recomendar el inicio del cribado a los 45 años.
A pesar de las limitaciones que destacan los autores, como la infrarrepresentación de países en vías de desarrollo o la falta de cobertura nacional en los datos de incidencia de algunos países (como en España), y que el periodo de tiempo analizado no permite obtener una visión totalmente actualizada de la situación, el estudio supone un gran esfuerzo integrador que permite, por un lado, obtener una buena visión general tanto de la situación de la evolución del cáncer colorrectal en adultos jóvenes, como la posibilidad de identificar en qué regiones se requiere un mayor esfuerzo en la recopilación de información.
En España no se observa un incremento en la incidencia de CCR en adultos jóvenes. Este hallazgo, que no es novedoso, se podría explicar por la no exposición a los factores que ya se han comentado. Cabe destacar que tanto la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN) como el Ministerio de Sanidad, junto con las comunidades autónomas y el Centro Nacional de Epidemiología (ISCIII) llevan a cabo actividades para la obtención de información fiable, actualizada y de calidad para monitorizar la incidencia del cáncer en adultos jóvenes. Además, la Sociedad Española de Epidemiología también se ha hecho eco de la importancia del estudio del cáncer en este grupo, estableciendo una mesa espontánea en su congreso de este año con el título “Epidemiología del cáncer en población adulta joven/Epidemiologia do cancro na população adulta joven”