Salvador Peiró
Epidemiólogo, investigador en el Área de Investigación en Servicios de Salud y Farmacoepidemiología de la Fundación para el fomento de la investigación sanitaria y biomédica de la Comunidad Valenciana (FISABIO) y director de Gaceta Sanitaria, revista científica de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS)
El manuscrito publicado en el BMJ tiene un valor excepcional para documentar un patrón de lesiones traumáticas en población civil que no tiene precedentes en los conflictos armados recientes. Los autores emplean con gran rigurosidad una metodología ingeniosa para obtener información sobre lesiones y su localización en un contexto donde los datos primarios son extremadamente escasos, tanto por el bloqueo israelí como por la destrucción de los sistemas de información sanitarios y los historiales clínicos.
El método empleado (encuesta solo a sanitarios internacionales que han abandonado recientemente la zona de conflicto, contabilización de solo los casos que sobrevivieron lo suficiente para llegar al hospital) probablemente infraestima el número de casos, pero más de 23.000 lesiones traumáticas, casi 7.000 directamente vinculadas a armas, con predominio de politraumatismos, quemaduras profundas, lesiones craneales y amputaciones, son más que suficientes para mostrar la magnitud de los daños en población civil y la insuficiencia de los servicios sanitarios bajo asedio.
Las cifras mostradas van más allá de un registro sanitario. Decenas de miles de personas con traumatismos y heridas, quemaduras que atraviesan hueso y músculo, niños con fracturas abiertas de cráneo o con las extremidades destrozadas, etc. No son los datos esperables de un conflicto ‘convencional’ y, ni siquiera, en conflictos recientes (Irak, Afganistán, Siria) que parecían especialmente crueles. Muestran un escenario inédito en el que se ha usado munición de alta energía y con efecto de área (bombas termobáricas, incendiarias, proyectiles de dispersión) en entornos urbanos densamente poblados. Y es ahí donde, pese al tono académico que intenta mantener el artículo, la mera descripción de las lesiones y sus tipos se transforma en denuncia e indignación.